Revista Educación

Padres helicóptero: ¿lo somos sin saberlo?

Por Demieles
Padres helicóptero: ¿lo somos sin saberlo?

Padres helicóptero. Yo personalmente no soy dada a etiquetar, nadie puede definirse por un único comportamiento. Sin embargo, en este caso, el ser considerados como Padres helicóptero es algo más que una simple etiqueta. Es una práctica bastante extendida, que en realidad puede perjudicar a nuestros hijos.

Encontré este término y me hizo reflexionar: ¿Somos nosotros unos Padres helicóptero? Bueno, en determinadas situaciones debo reconocer que un poco sí. Pero sólo hasta el punto de ser, en mi caso, una madre a veces demasiado preocupada.

Afortunadamente, el peque va creciendo y cada vez es más autónomo en todo. Así que procuro que asuma por sí mismo sus responsabilidades y obligaciones. Y debo decir que dejando que él se implique en ellas, todos en casa hemos ganado.

Para los padres, el resultado de nuestros peques y su éxito es muy importante. Supongo que todos estaremos de acuerdo en esto. Pero cuando unos progenitores se convierten en Padres helicóptero, pretenden resolver todos los problemas de sus pequeños. Evitarles el fracaso a toda costa.

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Padres helicóptero: ¿qué significa?

Los denominados Padres helicóptero según Haim Ginnott (1969) tienen una tendencia excesiva a sobrevolar la vida de sus hijos. Están preparados para emprender el rescate siempre que sea preciso.

El término surgió a raíz de su libro "Padres y Adolescentes", en el cual el Dr. Haim Ginott realizó diversas entrevistas para recabar información. En ellas se dio cuenta de que muchos adolescentes decían sentir que sus padres estaban sobre ellos como helicópteros.

Tras utilizar la definición de Padres helicóptero en este libro, en 2011 se adoptó este término como oficial y algunos diccionarios empezaron a incluirlo.

Los Padres helicóptero tienen unas características en común. Siempre hablan de sus hijos en primera persona del plural. Constantemente dicen frases del tipo: "Tenemos que hacer los deberes", "No hemos terminado el trabajo", "Hemos suspendido".

Estos padres intentan sobreproteger a sus hijos, evitando que tengan que esforzarse demasiado. Así, impiden cualquier tipo de situación que pueda resultarles mínimamente desagradable. Intentan por todos los medios eludir sus experiencias de fracaso o decepción.

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Al mismo tiempo, son padres exhaustos por pretender siempre asumir todas la responsabilidades. Desempeñar su propio trabajo, cuidar de su familia y lograr el éxito académico de sus hijos.

Hay características en común para los llamados Padres helicóptero:

  • Organizan a sus hijos hasta el mínimo detalle.
  • Preguntan y debaten sobre la clase a los profesores. Recriminan el modo de llevarla y las calificaciones obtenidas.
  • Controlan excesivamente los hábitos de sus hijos.
  • Eligen a los amigos y con quién pueden juntarse.
  • Dan ayuda desproporcionada a sus hijos.
  • Realizan las tareas de éstos o las de mayor complejidad.

Los resultados en el colegio

A los llamados Padres helicóptero les duele ver una baja calificación en las notas, incluso más que a sus propios hijos. No permiten que se equivoquen y hacen propios y suyos cualquiera de los errores que ellos cometan...

El miedo a ser menos, al fracaso de los hijos, es muy fuerte. La escuela muchas veces se convierte en el único lugar donde se valida el éxito y el esfuerzo. Y en ocasiones esto se produce a través de las calificaciones.

Las notas de nuestros hijos se convierten entonces en un auténtico suplicio. También hay que tener en cuenta que algunas materias son evaluadas de forma continua, es decir, no se realizan exámenes para corroborar "in situ" los conocimientos.

En estas evaluaciones se tienen en cuenta aspectos como la participación, el comportamiento, el esfuerzo... Y se valora también el haber mejorado el nivel con respecto al que se tenía anteriormente. Se miden favorablemente todos los avances que ese niño o niña muestre desde el comienzo del curso.

Los Padres helicóptero tienden a pensar siempre que sus hijos son los más listos, los mejores. De resultas, esperan que reciban unas notas brillantes. Pero está claro que, a medida que se sube de curso y se avanza en las materias, el nivel de contenidos también aumenta.

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Asumir sus responsabilidades

El problema principal surge cuando los padres comenzamos a hacer las tareas de nuestros hijos. Les hacemos los trabajos, los deberes, estudiamos por ellos. No les ayudamos, sino que hacemos su labor.

Es complicado, pero debemos distinguir muy bien cuándo les estamos echando una mano, resolviéndoles dudas, ayudándoles a encontrar la solución ante los problemas. O cuando, en realidad, les estamos ofreciendo todo el trabajo, sin que ellos tengan que preocuparse de nada.

El esfuerzo y la dedicación no se consigue cuando te dan todo mascado, sino cuando tienes que ser tú quien piense y reflexione para averiguar la solución. De este modo es cuando se obtienen las herramientas necesarias para poder afrontar y resolver situaciones futuras.

Es importante que los padres animemos a nuestros peques a atender en clase y a participar. Tienen que preparar los exámenes ellos, aunque sí podemos ofrecerles nuestra ayuda en cuanto a técnicas de estudio. Orientarles sobre cómo pueden organizarse, enseñarles los beneficios de hacer resúmenes y esquemas...

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El objetivo final es hacerlos autónomos. Es complicado a veces afrontar que sin nuestra mano, es posible que nuestros hijos saquen peores calificaciones. Pero el trabajo y los resultados de verdad serán objetivos en relación a la implicación de los pequeños.

El miedo al fracaso

Que nuestro hijo saque de nota un 6 en lugar de un 10, no es ningún drama. Para los Padres helicóptero la calificación o nota es más traumática a veces que para el niño. Estos padres se lo toman de una forma muy personal. "Tenemos que estudiar más". No, tu hijo es quien debe prepararse mejor. Otra cosa es que tú te impliques también y por ejemplo le preguntes la lección para repasarla con él.

Está muy bien ofrecerles nuestra ayuda, pero puede llegar un momento que no podamos hacerlo. Porque los conocimientos se nos escapen de nuestro alcance o por falta de tiempo. Pero si el peque tiene unas bases de trabajo propio asentadas, él puede resolver y afrontar la situación.

Enseñándoles a ser responsables y constantes conseguiremos que ellos mismos aprendan a hacer sus tareas, a preocuparse de sus obligaciones. También de paso aprenderán el valor del esfuerzo y la perseverancia.

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Ningún beneficio a la larga...

Los expertos coinciden en decir que este comportamiento excesivamente sobreprotector de los Padres helicóptero puede resultar siendo hasta dañino para los peques.

Pueden acabar convirtiéndose en niños que no saben manejar sus emociones. No controlan sus cambios de humor, sus sentimientos y son más débiles a la hora de enfrentar los retos de cada etapa.

¿Cómo podemos evitar que ésto ocurra?

  • Hay que intentar ser sensibles a las necesidades de los hijos. De este modo, reconocer cuáles son sus capacidades a la hora de lidiar con las distintas situaciones.
  • Guiar al niño, sin interferir o solucionar el problema. Así éste podrá conseguir el objetivo que se le plantea.
  • Favorecer los medios para que lo pueda hacer solo. Todo esto le llevará a un mejor desarrollo de su salud mental y física. Incluso a tener mejores relaciones sociales y éxito académico.
  • No limitar las oportunidades de los niños.
  • Los padres podemos ayudar a nuestros hijos a aprender a controlar sus emociones. El mejor modo es hablando con ellos, para que aprendan a entender sus sentimientos. Explicarles qué comportamientos pueden resultar de sentir ciertas emociones, así como sus consecuencias.
  • Usar estrategias de afrontamiento positivas a la hora de lidiar con sus comportamientos, cuando están molestos o enojados.

Muchas investigaciones apuntan que los Padres helicóptero son demasiado controladores. Presionan en exceso a sus hijos para obtener buenas calificaciones. Esto hace que los niños se vuelvan altamente autocríticos, generándoles demasiada ansiedad.

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Exceso de sobreprotección

Si en lugar de fomentar la autonomía optamos por la sobreprotección, acabamos creando niños demasiado dependientes. Y a la hora de enfrentarse a las dificultades de la vida, al no tener a nadie que se las resuelva, acabarán sufriendo más. Pueden llegar a ser inconstantes y abandonar ante la mínima dificultad que encuentran en el camino.

Está bien que ayudemos a nuestros hijos a resolver ciertos problemas, pero siempre intentando implicarlos en la tarea. Para que entiendan que hay una relación entre esfuerzo y recompensa.

Una de las claves es mostrarles nuestro apoyo, pero estableciendo límites.

Puede parecer algo difícil de llevar a la práctica, pero la sobreprotección infantil produce niños que no son autónomos, porque se lo damos todo hecho. Al tenerlo todo resuelto es como si las responsabilidades no tuvieran nada que ver con ellos. Y tampoco los resultados y consecuencias.

Sí, yo también me he encontrado a mí misma funcionando como la agenda personal de mi hijo. Pero como padres necesitamos darnos cuenta de que no les estamos generando ningún beneficio.

Es importante que les dotemos de libertad y confianza en sus posibilidades, mientras les vigilamos en este proceso. Mientras les ofrecemos la seguridad de que cuando necesitan protección y apoyo lo tienen en nosotros.

Y vosotros... ¿creéis que sois Padres helicóptero?

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