Esta es la historia de David y Claudia, un matrimonio joven de esos que llevaban juntos desde la adolescencia. Tenían 28 y 27 años respectivamente, buenos trabajos y un amplio círculo social. Eran simpáticos, buenos compañeros de trabajo en sus respectivas empresas de publicidad (David) y diseñadora gráfica (Claudia), les gustaba ver series de Netflix, ir al Ikea, hacer escapaditas románticas al balneario de moda o pasear a su perro Moka por la montaña. Como vemos, era una pareja corriente y moliente. Pero sigamos con ellos. En cuanto a ideas políticas eran de centro y no les gustaba discutir por los asuntos del gobierno de turno, ya que lo consideraban una pérdida de tiempo. Vivían en un pisito muy mono a las afueras de Cogorza de Arriba, el cual habían decorado con mucho mimo, sobre todo Claudia, apasionada de la decoración low-cost y la revista El Mueble. Junto con Moka, su perro salchicha, tenían una estabilidad que ya quisieran gran parte de la población en estos días de corren de incertidumbre y apocalipsis.
Después de pasar tantos años juntos, viviendo la vida a tope con fiestas, juergas y desmadres con la play, habían decidido dar un paso más en su relación y tener un bebé. Era lo que se espera de este tipo de parejas, tener un bebé para que la familia esté completa y luego, si hay ganas tener otro, ser la típica familia estándar que sale en el telediario de la 2. Claudia y David estaban la mar de contentos con la decisión y empezaron a copular una vez al día durante 4 meses, hasta que por fin, el milagro de la vida ocurrió. Claudia se quedó embarazada y rápidamente empezó a organizar los preparativos para la llegada de Sergio, su bebito, con gran alegría y alborozo. De esta manera, se habilitó una habitación antes utilizada de estudio para Sergio (nombre escogido en honor a Sergio Ramos), se fue comprando ropita en tiendas de bebé (no del Primark ni de segunda mano, que para eso son una pareja pudiente) y hasta se hizo una babyshower con las amigas, vecinas y demás trabajadoras del barrio de la pareja.
Y un día cualquiera del mes de Mayo de hace 7 años, nació Sergio. Como es natural, estaban muy felices por la nueva experiencia y no paraban de hacerse fotos para luego subirlas a sus respectivas redes sociales con textos como: "Ahora sí que soy completamente feliz" "Sólo quiero estar contigo las 24 horas durante toda mi vida" o "Ojalá no crezcas nunca". Vamos, lo típico de los padres primerizos.
Es importante mencionar, que nuestra parejita se había instruido mucho sobre maternidad comprando los libros más actuales del mercado, yendo a clases privadas donde te enseñan a ser buenos padres y viendo los vídeos de la gran familia de Verdelis, la famosa Youtuber de 8 hijos. Lo que no sabían era que, una vez que estás en casa con el recién nacido, no va a ir Verdelis a ayudarte todo el rato. Así que se empezaron a agobiar y no sabían qué hacer la mayoría de las veces. Es verdad que Sergio lloraba mucho, en realidad lloraba a todas horas sólo por joder, por que no estaba ni enfermo ni tenía hambre. Así que la perfecta vida de David y Claudia había cambiado 360 grado para peor. Intentaban cultivar la paciencia a través de aplicaciones varias de meditación y mindfulness, llamaban a la familia en busca de ayuda pero ésta llegó un momento en que se cansó de tanta demanda, incluso contactaron La Súper Nanny, pero no les cogieron en el casting. David y Claudia empezaron a tener problemas de ansiedad así como trastornos del sueño. Había momentos de 5 minutos, en los que estaban en paz con el universo pero esos momentos duraban eso, 5 minutos. Estaban tan obsesionados con el bebé diabólico, que ya soñaban con él. Un día, David llegó a soñar que lo tiraba por la ventana. Había sido un sueño muy reparador y esa mañana se levantó más contento que nunca. Nada más despertarse, bendijo al cielo por el silencio sepulcral que reinaba en la casa así que se fue a ver a Sergio. Cuál fue su sorpresa al descubrir que Sergio no estaba en su cunita, sino en el patio de luces de su recién construido edificio con videoportero y todo. Parece ser que el sueño no fue un sueño y sucedió de verdad. David entró en estado de shock y por poco se tira también él por la ventana pero pensó en su amada Claudia y fue a comunicarle la mortal noticia envuelto en un desasosiego infinito.
A día de hoy no se sabe nada de esta pareja. Algunos piensan que se mataron mutuamente y que el Ayuntamiento de Cogorza de Arriba decidió silenciarlo todo por que no quería curiosos de la prensa sensacionalista en sus tranquilas tierras. Otros son de la idea que huyeron a otro país, presumiblemente Latinoamérica con muy pocas pertenencias y ahora lavan platos en el chiringuito de alguna playa. Y la tercera hipótesis y más realista, es que planean un secuestro a Verdelis porque se sienten estafados con la falsa idea de que tener un hijo es lo mejor que te puede pasar en la vida.
Así que ya sabéis querid@s lector@s, si queréis tener hijos, pensároslo bien.