André Bazin, que en aquel momento empezaba a adquirir gran fama como crítico, también poseía un cine club mucho más frecuentado que el de Truffaut y Lachenay. François decidió visitarlo para pedirle que anulara la sesión dominical que se solapaba con la suya y poco a poco surgió una relación muy estrecha entre ambos. Fue André Bazin quien le sugirió que transformara su pasión en su trabajo, quien se responsabilizó de su custodia cuando lo encerraron en un centro penitenciario para menores junto a ladrones y prostitutas, quien le acogió en su casa como a un hijo, quien le dio el primer trabajo relacionado con el cine en la revista "travail et culture", y finalmente quien consiguió que no lo declararan desertor cuando no se presentó a filas a pesar de haberse alistado en la artillería a causa de un desengaño amoroso.