¿quién lo habría enterrado? Apartó las preguntas de su mente, pues estas solo traerían de regreso.
El pelotón de hombres regresó fatigosamente a bordo. Uno de ellos caminó en dirección a Lila, y ella vio que llevaba su navaja con nudillera en la mano. Este masculló algo en voz baja, luego alzó el cuchillo y enterró la punta en un cajón que había al lado de la cabeza de la joven. A su favor, había que decir que no se lo había clavado en la cabeza y, para reconocimiento de Lila, ella ni siquiera se había inmutado. Colocó las muñecas atadas sobre el filo y tiró hacia abajo con un solo movimiento preciso para liberarse del cordón.El barco estaba casi listo para zarpas, y Lila parecía haberse ganado su lugar en él, aunque no estaba del todo segura de si era prisionera, cargamento o tripulación. Comenzó a caer una lluvia ligera, pero ella se quedó cubierta, sin interrumpir el paso, mientras el "Aguja Nocturna" zarpaba. El corazón le latía a toda velocidad mientras el barco se alejaba por el Isle y le daba la espalda a la ciudad reluciente. Lila se aferró al barandal en la popa del Aguja y observó cómo Londres Rojo se encogía en la distancia. Permaneció allí hasta que las manos se le agarrotaron de frío y la locura de lo que estaba haciendo inundó su interior por completo.
Entonces el capitán ladró su nombre --¡Bard!-- y señaló a un grupo que tenía dificultades con los cajones, de modo que ella se dirigió hasta allí para echar una mano. Y fue así -no solo así, claro, porque hubo muchas noches de tensión, muchas peleas que tuvo que ganar, primero contra otros hombres y luego junto a ellos, y mucha sangre derramada y barcos tomado- como Lila Bard se convirtió en miembro de la tripulación del Aguja Nocturna.