No sé por qué, esa frase me produce un escalofrío.
-No creo que Sweet Pink me necesite a mí para enamorar a la gente -digo-. Sus productos bastan para eso. No creo que…-Tú no sabes nada, yo sí –me corta Juliette. Su sonrisa de pronto es rígida como la de una máscara-. Vamos a invertir mucho tiempo y dinero en ti, Sara. Y lo que queremos es que enamores, que seduzcas. Que hagas que todas las mujeres de este mundo deseen estar en tu lugar, y que todos los hombres sueñen con una mujer como tú.Un vértigo nuevo se apodera de mí. Es como si estuviese bajando por una montaña rusa y, de repente, me diese cuenta de que los raíles están rotos y de que, antes o después, voy a salir despedida.