Revista Libros
Fotografia de Pascual Borzelli Iglesias
De Azul el Mar y luego Cardumen llegaron a mis manos por accidente, —en una rifa, uno y en una presentación de libros, el otro— y esa casualidad me puso a pensar en los destinos de las cosas.
Siempre me ha gustado la música, los colores y las adivinazas de los libros de Rodolfo Dada y tenía ganas hacer tiempo de volver a leerlos, pero los ¾ de memoria, me pasa siempre, me hicieron olvidar a quien se los presté, por lo que me gusto que los dos últimos apresuraron su llegada, como diciendo: deseo cumplido, aquí estamos y eso me desconcertó...
Ahora entiendo que el universo es uno y la palabra monoteísta, por eso era importante que tuviera dos libros y, un solo encuentro.
Comienzo.
Dentro de la literatura contemporánea de nuestro tiempo, escribir se ha vuelto un arte desarrollado por unos pocos, que creen tener la llave del conocimiento en cuanto a qué es y cómo se define un escritor: una vaca sagrada más, pero nadie se ha puesto a pensar que esa categoría se logra por algo más que el simple llamado de los dioses, involucra también, trabajo, disciplina, conocimiento interior del mundo pero más que nada, ser poseedor de un don, ¿Acaso es esa la magia que no entendemos?
Uno de nuestros escritores más insignes, —Francisco Zúñiga Díaz— siempre dijo que escribir es juego, y el riesgo es parte del juego...porque en ese clavetear de la rueda que va y viene, aprende uno algo y no es necesariamente lo que otros saben como propio sino su propio estilo (Lo reducido es propio); ese contexto define porque para mí Rodolfo Dada es un jugador —acérrimo—, que arriesga todo o nada, para lograr una conquista que otros nunca podrán llamar infructuosa, pues su mesa de juego, no es ni más ni menos que la sabiduría misma de la niñez, de ahí, el estado de extrañamiento sistemático frente a cada pequeña cosa que ya hemos vivido, un logro que es sin duda efecto de la suerte de jugador, sin compromisos antes lo desconocido —como lo fue en su momento Max Ernst, el de los viajes maravillosos del Libro de la Fantasía— es decir, que pintando un paisaje clásico, entre mares y bosques tropicales, construye muchos vestidos para visiones diferentes de distintos momentos en su vida;
* LA VOZ DEL CARACOL, un niño relatando los cuentos de hadas que le cuenta el mar,
* EL ABECEDARIO DEL YAQUI, un adolescente que se lanza al descubrimiento del mundo, en términos simples que utilizaría una persona que nunca antes hubiese visto uno, ni sospechado sus posibles usos... una búsqueda de temas fantásticos que puede darse, también, por medio de los juegos practicados por los dadaístas, ¡OH paradoja para alguien cuyo apellido es precisamente es Dada!
* GUAJIQUIL, su visión de mundo frente a la injusticia social de ciertos grupos y sectores nacionales junto, a la reforma social y política vivida a lo interno de la Revolución Nicaragüense que de una forma u otra caló dentro de algunos sectores nacionales y,
*COTUMA, LA RANA Y LA LUNA, que responde al primer intento de novelizar el mundo mágico del trópico costarricense y de improviso: Silencio. Se detiene, seguramente asimilando los post llamados movimientos de la marea
Una de las formas escritas menos conocidas son las de la llamada literatura negra, que integran las alucinantes manifestaciones escritas de los mundos latinoamericanos en general, como lo hace Reinaldo Arenas, en ANTES DE QUE ANOCHEZCA, con esto defino que literatura negra, no es necesariamente lo que escriban quienes sean afro descendientes sino quienes tienen la capacidad de invocar los juegos lúdicos de creación y realidad con la misma tensión dramática de una obra puesta en escena a la que asistente el lector con la seguridad de que en realidad se esta viviendo lo que se ve; por eso, DE AZUL EL MAR, emerge de la comodidad del surrealismos y establece la magia del Giousue Carducci , —a quien estoy segura ni siquiera sabe que existió, pero ahí en donde nace la magia, en un libro con la misma definición e imprecisión del mar, y sin embargo se mueve —en donde, después de diez minutos, cada verso, como una mina de diamantes, saca objetos poéticos armados únicamente por la idea de la madurez, azul como el mar, azul, que es precisamente el color con que los teóricos señalan el color de la melancolía y el recuerdo.
De Azul el Mar es un libro pequeño escrito por el pequeño Rodolfo Dada, para sus nietas Nicole y Karina, siempre presentes desde el universo de la mágica retórica del abuelo cuentapoemas, no cuentos, que es una condición que cualquiera puede lograr, convirtiéndose, por acción de un soplido en el gigantesco recuento de una historia que empezó muchos años antes con La Voz del Caracol, el Abecedario del Yagui, Cotuma la Rana y la Luna y Cuajiniquil, libros que siempre me han parecido territorios de la búsqueda, ¿Por qué? Llámenme loca, pero siempre percibí un llamado en la Voz del Caracol que lo lleva a uno al punto del nombramiento de cada cosa y al conocimiento final del ya. Aquí -estoy aquí- estableciendo una cadena conductora que atraviesa todas las otras y las enlaza como el coral a una profundidad oceánica dando como floración un fruto único: CARDUMEN, la suma de todos ellos, entonces, el mar es como un desierto y ninguno de los dos son lugares fáciles, están plagados de soledad, animales increíbles y fantásticos y de amor, será por eso que existe la marea... para que nunca olvidemos su sonido, y ¿El Cardumen qué hace? Nada más que dar movimiento, avance.
Sin embargo, un Cardumen es lo menos frecuente de ver.
Pese al hecho de vivir en un país que es una franja de tierra con dos mares y cuyas costas han sido ampliamente evaluadas por biólogos y entendidos en la materia, pocos saben que un Cardumen es una abundancia de peces de muchos estilos, colores y formas viajando en grupos polifónicos, al unísono llevados por la marea que en sinfonía, en las partes intermedias de la profundidad marina; y casi siempre en las áreas libres de corales o cualquier otra forma de perturbación que interrumpa su viaje; existe otra cosa que la define como total,y es que solo se da en mares tropicales, junto a la costa, probablemente llamados por la bruma de su propio transitar, constante muy bien recalcado en la Voz del Caracol y el Abecedario del Yaquí, e incluso ―aunque es de un corte más trópico húmedo― en De Azul el Mar, un eterno fluir de mareas, pero es una visión que solo puede vista por un buzo, una de las muchas labores de Dada.
Ahora sí, vamos a CARDUMEN.
Reinterpretando la palabra vine a descubrir ―por el aleteo mismo de las obras anteriores― que C-A-R-D-U-M-E-N, así puesta, con mayúsculas en el mismo sentido y orden del tríptico que ilustra la portada, también ―y aunque parezca paradójico― significa multitud, legión, oceánicamente hablando, oscurantamiento provocado por una migración de emociones que caen de cuajo sobre el lector desprevenido a la canción del mar que como ya sabemos no es más que el lugar donde vagan en libertad los peces, solo que aquí están flotando con una pregunta interior, desdibujada, como en el mar de la pintura, ¿Los peces qué son sino un tapiz cuya propuesta no es únicamente el sonido de sus colas formando la marea desdibujada de una línea que los seduce? Una solo respuesta: la música del mar es un paseo impreciso que da y da, -como en Rodolfo Dada― un cúmulo de emociones que van desde el bote Alejandro hasta la imagen del padre amado redibujandose frente al mar... caí en la oscuridad, ciega por el transitar de tanto fluir a mi alrededor y eso ocurrió por que el dador tiene un talento que lo ha llevado a redefinir todas las viejas estructuras poéticas, de modo que siempre va a ser un niño quien escriba las crónicas del recuerdo desde la profusión misma de su mundo infantil, sin entrar a tocar ningún otro punto especifico que lo que le gusta jugar: el recuerdo mismo, ¿Cómo lo sé? Basta una comparación:
Rodolfo Dada, es un poeta añero, creado en muchas corrientes literarias, mejor conocido por los libros en materia infantil que lleva escritos hasta ahora. Inusual en un latinoamericano ¾y más porque no fue formado en las escuelas literarias de allá¾ usa una técnica norteamericana que los entendidos de la materia llaman LIMERICK, es decir que él están siempre presentes los ruidos y los sonidos de la naturaleza de la aniñada mundá de bosques, ranas, grillos, y demás habitantes de un mundo mágico que le es permitido a muy pocos, y que se desteje a si misma como la madeja que guiaba los paso de quienes entraban al laberinto del oráculo de Dedalos: dando pasos sorprendidos ante el agigantamiento de la luz de lo que sostiene en las manos, solo que, como latinoamericano típico, arriesga el sentido de inmensidad, tropezando con secuencias, acordes y colores que van más allá de los tres renglones habituales del convencionalismo norteamericano y su técnica, integrándolos íntegros a su trabajo.
Hasta aquí, un paréntesis, esa, es mi explicación del primer encuentro con el libro, yo estaba ciega y en la oscuridad hasta que oí el mar... Arriesguen conmigo y digamos que Popo Dada, como le dicen los conocidos, es un mago cuya teoría de creación tiene tres visiones:
1. La del mago, o la de Carducci
2. La del Mar y, o la del Limerick que le da movimiento a la marea
3. La Marea, o sea el dadaísmo que nos lleva de lo subreal a lo mágico, y en este mundo, parafraseando a Dada, ni un gusanito, se escapa del mago que sentado en un rincón tiene a su izquierda su infaltable varita mágica y un mundo donde la teoría limericktista es la palabra usada para describir, a un ciego un mundo que siempre ha estado ahí, —según creo— más o menos la idea o información que estructura la materia y toda materia es capaz de emitir y recibir una especie de fuerza vital presente en todas las cosas que aporta el conocimiento sobre situaciones dadas, dando de paso, la capacidad de influir en sucesos similares, surgiendo espontáneamente o se estimulan a seguir ciertas trayectorias por influencia de modelos preestablecidos sobre reglas que pueden considerarse en cierto modo vivas, es decir que el Braile, es sonido, flotando por el aire y no el simple palpar—que no lo es— del papel.
Así, todas las cosas suceden a través de la magia, tienen un patrón que les hace predecibles pero difícilmente influenciables por los modelos creados a partir del pensamiento que intentan manipular, suministrando evidencia para la confirmación de, cualquier paradigma en el que presumiblemente se escoja creer; y a cierto nivel existe una simetría oculta entre aquellas cosas que llamamos Mar, Peces y Espíritu, siempre están presentes los paradigmas dominantes como las supersticiones y los miedos, lo que significa una usurpación de los poderes divinos. Todo, paradojas en movimiento, en donde hay muchas otros descubrimientos y todo es un mientras: Mientras que para el mar el tiempo es lineal pero ilimitado, —con suerte puede prolongarse arbitrariamente más allá del presente— para el mago es inútil especular sobre el principio o fin del tiempo. Del mismo modo, el mar desecha cualquier especulación o cualquier forma de existencia personal antes del nacimiento o después de la muerte pero no puede tener miedo de estar muerto y de ejercer su magia. Mientras que desde el punto de vista mágico el tiempo es cíclico y todos los procesos se repiten y los ciclos parecen empezar o acabar realmente son partes de ciclos más amplios, donde todos los fines son los principios y el fin de tiempo es sinónimo del principio de tiempo en otro universo; la concepción mágica de que todo se recicla se refleja en los peces que viene a ser como la reencarnación, de ahí el Carducci, por eso van en línea, desdibujándose, pasando de carne a esqueleto sin más arbitrariedad que la palabra misma.
Termino aquí, porque los encuentros no firmes tienden a alargar el deseo de más, —lectura en este caso— y el Cardumen es infinito, como la visión mágica de Dada, que se basa en el mismo caos caprichoso y aleatorio que hace que el universo exista y haga lo que hace:un futuro inmerso en recuerdos fundamentados en detalles naturales reunidos en muchos libros largamente esperados
A eso hemos de llegar ahora lo sé...
Para La Coleccionista de Espejos: Dlia Mc Donald Woolery
Poeta y escritora
13 espejos de oro, diamante y platino, para un excelente texto
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Rodolfo Dada Fumero. (Costa Rica, 1952)
Estudió Literatura y Ciencias del Lenguaje, UCR.
Ha publicado: El abecedario dei Yaquí (1981);
La voz del Caracol (1988);
Cuajiniquil (1975);
El domador (1975);
Kotuma, la rana y la luna (1984);
De azul el mar (2004)
y Cardumen, (2004).
Distinciones:
* Premio Universitario de Cuento 1971, con El domador (Universidad de Costa Rica)
* Premio Carmen Lyra 1981, Editorial Costa Rica, con El abecedario dei Yaquí;
*Premio UNA-PALABRA 1984, con Kotuma, la ranayla luna.
* Premio Nacional de Poesía, De Azul el Mar