Creo que todos tenemos un libro sobre el que volvemos una y otra vez. Es mi caso con Paideia, del alemán Jaeger, escrito por él en 1933, y publicado en España en 1942 por vez primera, aunque con periódicas nuevas ediciones, la mía es la undécima reimpresión. Subtitulado, Los ideales de la cultura griega.
Estos días, a propósito del poder del pueblo cuando se moviliza, así como el interés que ha suscitado la emergencia de nuevos grupos políticos, como por ejemplo uno desde la izquierda denominado “Podemos”, y otro desde la derecha llamado “Vox”, he vuelto a Paideia a recordar a Pericles y una frase que tengo muy subrayada: “No escatimamos a nuestros conciudadanos los placeres ni se los hacemos expiar con faz airada”. Allí trataba de hablar del ideal del estado ateniense frente a la rigidez espartana, pero también sabía ver por debajo del ideal, la cuestión del placer. Por detrás de la faz de la ética que después escribiera Kant, emerge una ética del deseo que empuja a satisfacer algo, lo que sea.
Tenerlo en cuenta en la acción política hoy, es tanto como aceptar que no es posible forzar a los ciudadanos a sacrificios y sacrificios sin tener en cuenta la humana perenne búsqueda de los placeres que se encuentran en la vida privada. Pero aún mucho peor es la vertiente espartana de ese expiar con faz airada. Un ejemplo en nuestro entorno lo ha constituido ese reproche colectivo machacón contra los excesos que dicen hemos cometido al vivir por encima de nuestras posibilidades, al endeudarnos mucho, al tener muchas fiestas.
La idiosincrasia centroeuropea, teutona para más señas, siempre se ha mostrado reticente con la alegría española, al igual que otros muchos de nuestros vecinos europeos, pero convendría recordar que cuando han de elegir su destino de vacaciones, se constata que eligen nuestros paisajes y nuestras gentes.
Resulta que a lo mejor no es que todos hayan vivido por encima de sus posibilidades, de hecho sabemos que vivimos rodeados de gentes muy trabajadoras, y que han laborado con esmero en sus empresas, y que incluso han tenido que trabajar el doble: por ellos y por los otros.
La frase inicial del libro Paideia, los ideales de la cultura griega dice que “la educación es una función tan natural y universal de la comunidad humana, que por su misma evidencia tarda mucho tiempo en llegar a la plena conciencia de aquellos que la reciben y la practican”.
Ya lo creo que está tardando en nuestra polis.
De la sección del autor en "Curiosón": "Vecinos ilustrados" @Aduriz2014