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Paisá significa "Camarada" y la película alude a la relación entre los soldados norteamericanos y la resistencia partisana en la Italia de finales de la 2ª Guerra mundial plasmada a través de seis historias cortas. Rossellini filmó con pocos medios (se nota en el acabado final, en que los actores no son profesionales e incluso en la narración), pero siempre tratando de ser fiel a la realidad de aquel momento. Junto a "Roma, ciudad abierta" y "Alemania, año cero" este drama forma una trilogía neorrealista empapada también de otras influencias como el realismo poético francés. Lo importante es que, rodada muy cerca en el tiempo a los hechos que narra, y con vocación realista, es un magnífico documento para viajar literalmente en el tiempo y conocer cómo era aquella Italia y cómo eran sus gentes. Es más, resulta especialmente recomendable, porque cuenta desde la realidad misma, sin subrayados dramáticos y sin eludir la tristeza que lo impregna todo, el cruel destino que depara a cualquier persona normal un conflicto bélico. Con el visionado se respira la miseria, el dolor, el desamparo, la desesperanza y la desgracia, nada mejor para entender a qué se enfrenta el ser humano cuando la guerra le obliga a hacer cualquier cosa para sobrevivir y lo caprichoso que puede llegar a ser el destino.