Revista Diario

Pájaros, lluvia, fuego... gente

Por Nmartincantero

De vacaciones en Pirineos, salimos a ver pájaros con Edu, un aficionado a la ornitología que vive en un Tipi en medio de una pradera, tiene dos o tres dientes, pesa lo que un chaval de 12 años y se gana la vida trabajando el cuero. Caminamos un rato, y al llegar a un claro Edu apaga su cigarro y levanta la vista al cielo, donde un grupo de rapaces quizá lo ha elegido como aperitivo: "¡Mirad cuánta gente más guapa!", dice.

Desde entonces, cada vez que vemos alguna aglomeración pajarera, mi compañero le hace eco: "¡Cuánta gente!".

Recordé esta anécdota ayer por la noche con Dersu Uzala (El Cazador), del director de cine japonés Akira Kurosawa. Para Dersu, todo es gente: los animales, la lluvia, el fuego que se queja a través del crepitar de la hoguera. Dersu es un personaje anacrónico y entrañable, tan entrañable que hace daño: ¡cuánto lo necesitamos! No sólo en las películas, sobre todo en la vida real.

En esta creencia también se fundan las idas de Thich Nhat Hanh: cada organismo forma parte de un todo, y cada uno de ellos está interconectado entre sí. Si haces daño a uno, hieres a todos los demás. Me parece apropiado volver a su figura en este tercer post para clarificar cuestiones que quedaron colgando en los comentarios anteriores.

Thich Nhat Hanh es un humanista y un ecologista. Su movilización por la paz y contra la Guerra de Vietnam le llevó al exilio de su Vietnam natal durante 40 años, y se convirtió en una influencia tan importante para el activista de los derechos humanos Martin Luther King que le propuso para el Nobel de la Paz. Es una voz muy crítica con las guerras de Irak y de Afganistán, y en sus centros de Plum Village, donde vive, celebra regularmente retiros en los que invita a líderes israelitas y palestinos para su reconciliación.

Desde el punto de vista ecologista, su alcance también es considerable, como prueba el éxito de su libro The World We Have donde desarrolla la idea que apunto en el párrafo anterior.

Lo que nos llega de figuras como la suya (gracias, Juanjo, por recordar esta importante cuestión), no es religión sino filosofía (sobre si el budismo es una cosa u otra se ha escrito largo y tendido, y al final supongo que depende de dónde se sitúe cada cual). Se trata, además, de una filosofía en la que apoyarse para defender el futuro de la Tierra. En una entrevista reciente titulada Zen y el arte de salvar el planeta, Thich Nhat Hanh decía cosas como esta:

“La gente está más y más ocupada. Somos como peces que viven en un lugar donde falta agua. No estamos cómodos, no tenemos espacio, nos falta tiempo. Podemos tener más dinero que en el pasado, pero tenemos menos espacio, menos felicidad y menos amor. Así que deberíamos tener una revolución que debería comenzar con un despertar colectivo. Tenemos que frenar y buscar otra dirección”.

Saludos, Gente.


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