La pareja es un sistema vivo en el que interactúan dos personas. Lo que una de ellas haga o deje de hacer provoca una reacción en la otra, y viceversa.Sabemos que los integrantes de una pareja eligen a “su otro” porque tienen con él o con ella ciertas similitudes, o bien porque son muy opuestos y se busca una especie de complementación. También se puede percibir en el otro o en la otra a un ser “débil”; el elector se siente obligado(a) a ayudar a quien eligió, o bien espera que sea la pareja quien le ayude porque se supone débil o inferior.
Ni tanto que queme, ni tanto que no alumbreEstas son formas iniciales de elección. Una vez que se establece la pareja, la interacción continúa sobre una base semejante y la relación marcha en dos vías: tersa y tranquila cuando alguno(a) de los dos hace lo que el otro(a) desea sin chistar, o llena de rivalidad y feroz competencia porque ambos quieren imponer su punto de vista y sus razones. Ambas vías son indeseables, ¿no te parece?.Los refranes populares describen algo de la complementariedad en la pareja: “Nunca falta un roto para un descosido” alude a dos seres con deficiencias que se unen para complementarse. “Encontraste la horma de tu zapato” describe que lo que hicimos con otras parejas no lo haremos más, porque ésta ya nos conoce, nos ha tomado la medida y nos hemos complementado.Lo deseable es que una pareja parta del reconocimiento de sus diferencias, ambos se enriquezcan mutuamente de la relación e intercambien entre sí afectos, ideas, experiencias y visiones del mundo.Todamujer.com