Buenas tardes/días/noches para mis lectores.
He entrado a mi WordPress porque me llegó un aviso que dice: ¡Felicidades! Tu sitio, Inhalando líneas, ha recibido 100.000 visitas totales. En realidad me asombra la cantidad y sobre todo me gusta la idea de saber que CUANDO ESCRIBÍA era leída y, en ocasiones, comentada. Les agradezco por seguir aquí.
¡No escribo desde la pandemia! No es porque no quiera, sí quiero. Tengo un diario, en el que me cuesta escribir a mano, tengo libros de creación en donde realizo collage, corto, pego, rasgo, etc., pero no escribo como antes, hace unos años mi pasión por escribir tuvo en bajón fuertísimo y desde hace algunos días estaba pensando en mi escritura y recordé que ME HACÍA FELIZ. Creo que a todos nos pasa ese momento en el que dejamos nuestras manías por otras manías. Antes escribía textos académicos (por cuestiones de la U), luego escribí cuentos cortos, intentos de poesía, intentos de crónicas, ahora escribo de otra forma, lo hago a través del bordado, del collage, de libros objetos, utilizo imágenes y ya no lo escribo, ahora solo pienso y pienso mientras creo, esto se ha vuelto más espiritual, por así decirlo, más íntimo y a la vez aburrido.
No he leído desde el 2020, es decir, no es que no haya agarrado un libro, LO HE INTENTADO, no he podido leer, no he podido escribir, no he podido enfocarme y ya llevo noches insomnes y como diría Alejandra P.: «insomne y consecuente en mi oficio de idiota desamparada», así me siento, pero no desamparada del amor, eso sí tengo, desamparada de todo de lo demás, creo que ustedes entienden…(CREO).
Ahora que estoy escribiendo tengo miedo de escribir desbocada solo porque sí, porque estoy embalada en el teclado. Acabo de llenar un formulario para vender mis trabajos en una tienda bonita, parecía un formulario de Curriculum Vitae en donde respondes para que te escojan, después de enviarlo me arrepentí, en fin, me acabo de dar cuenta que me quedé viendo 5 minutos el reloj, son las 02:04 a.m., y estoy pensando en un espejo mágico. Me acabo de dar cuenta que en este párrafo escribí cuatro cosas diferentes. ¡Ay, amigos! les mots sortent de nulle part.
me arde la caraComo les decía, no escribo y no leo. Últimamente hablo de forma exaltada, me da miedo todo: un viento fuerte, una voz ruidosa, salir a la calle, que mis plantas mueran, etc. Siempre estoy en contra intentando no invocar al llanto que, por cierto, aparece de vez en cuando y me pone en una desesperación silenciosa, muda, pasiva y por dentro todo explota, grita, ahoga, dejando en mis ojos señales frías, secas, arruinadas. Juego con las palabras mientras hago muecas frente al espejo intentando que las lágrimas no salgan porque ¡hasta MIS PROPIAS LÁGRIMAS me hacen arder la cara! Lamen lentamente y dejan su saliva en esas enredaderas que están presentes pero no se ven, ni yo las veo, pero ahí están como una maraña de cosas, de sonidos, de palabras que yo misma me digo y todas son palabras feas que se vuelven mágicas e inaceptables, porque así somos a veces, duros con nosotros mismos y nos quedamos mudos hirviendo esperando una ofrenda inimaginable de amor propio, de piedad, de palabras intercesoras que se acerquen positivamente lejanas. Me acabo de dar cuenta que escribí desbocada.
Me tengo que ir a dormir, tengo miedo de escuchar a la muñeca que abre los ojos porque el sonido del ventilador es demasiado fuerte.
En suma, estos últimos años me deben un festín.
Agradezco nuevamente la lectura de este post.
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Un abrazo.