Revista Decoración

Palabras mágicas

Por Dolega @blogdedolega
Por Dolega 28 octubre, 2013 Momentos especiales 1 comentario

Pienso que todas las palabras son mágicas porque nos hacen  reír, llorar, suspirar, gritar,  pero hay algunas que además  tienen el poder de traer de tus recuerdos escenas completas de tu vida. Son palabras, que cuando vienen a tu mente, te devuelven una selección de momentos vividos.

El otro día leyendo a La Malquerida, recordé una de esas palabras.

  “tente-allá”

El tenté-allá es ese tesoro  que necesita una madre cuando su angelito de tres años se ha puesto perro y no quiere dejarla terminar de arreglarse para salir y el padre de la criatura está sentado en el salón diciendo aquello de “A este paso empieza el partido y no voy ehhh.”

La madre inmediatamente enarbola su varita de palabras mágicas y con una suave sonrisa dice-“Cariño, dile a María que te dé un tente-allá”. María que en este caso es la  chica que se quedará con el retoño hasta que sus padres vuelvan, sabe perfectamente lo que eso quiere decir. Hay que entretener a la criatura a como dé lugar, así que se suceden las canciones, los cuentos y los divertimentos para que el bebé desista de pringar de mocos la falda de mamá.

Es ampliamente utilizado en los cumpleaños infantiles donde además de los pequeños invitados se congrega toda la familia adulta del homenajeado. En este caso el tente-allá lo suele dar la madrina ó el padrino, que para eso se ha comprometido de por vida a ejercer de padre ó madre en ausencia de estos y justo en ese momento se le necesita. Es imposible hacer un ponche de frutas con el enano de la casa llorando y reclamando atención por doquier. Lo más socorrido es “Dile a la tía Mary que te dé el tente-allá que me dijo que te iba a traer” y ya está la criatura corriendo en pos de no se sabe qué suerte de regalo.

Ni que decir tiene que los abuelos  son los poseedores de la mejor colección de  “tente allá” del universo, además de su constante disponibilidad para exponerla ante sus nietos. Sin los tente allá abueriles, la transmisión oral de las tradiciones familiares  se hubiera interrumpido hace siglos con la inestimable pérdida que ello conlleva. El bebé necesita un arduo entrenamiento en tente allá desde su más tierna infancia para luego poder disfrutar de “las batallas del abuelo” en toda su dimensión.

También es utilizado por los hermanos mayores para marear las neuronas del pequeño de la casa. Se lo van pasando como un balón de playa. “huy Pablito  se me terminó, pero pídele a Enrique que él tiene seguro…” y así va el pobre benjamín, de hermano en hermano intentando encontrar el deseado “tente-allá” que con los adultos le reporta cuentos, canciones y golosinas pero que en manos de esos desaprensivos solo le da dolores de cabeza.

Cuando el tiempo va pasando y se desvela el verdadero secreto de la palabreja,  esta adquiere unas acepciones distintas; por ejemplo, en los primeros años de la adolescencia se consolida como una expresión despectiva,  así “anda   y que te den un tente-allá” equivale a mandar a la mierda al susodicho y unos años después si te están dando un tente-allá es que la cosa del amor no va a ir en serio de ninguna de las maneras.


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