Debería estar estudiando para el examen de inglés, pero, desde que anoche terminé la primera temporada de My Mad Fat Diary, tengo en la punta de los dedos el hormigueo que señala que os tengo que hablar de esta serie. No obstante, para calmar la conciencia aprovecharé para apuntar algunas de las palabras que he aprendido -o, más bien, cuyo significado ha alcanzado una nueva dimensión- durante los seis primeros capítulos de esta joya de la televisión británica. Comencemos.
Unique, one-of-a-kind, special.
A lo largo de los ya varios años que llevo viendo series de televisión anglosajonas, he visto de todo, y casi todo bueno. Pero como My Mad Fat Diary, nada.
Truth
Es tan de verdad que duele. Y que consuela.
Tears
A mares.
Smiles
Por docenas.
Shame
Bastante. Been there, done that, you know what I mean.
Memories
Uf. Ni os cuento.
Love
Por toneladas.
Bravery
De aplauso. Y de admiración. Ahora vendría la comparación con nuestra paleta televisión, pero para qué. No quiero romper el embrujo de la maravillosa historia de Rae Earl.
Music
Años 90. Para qué decir más.
Tenderness
Siempre digo que el arma que mejor manejan los brit en sus series es la ternura, aunque suene raro viniendo de gente que, supuestamente, no expresa las emociones. Esta serie me da la razón. Absolutamente tierna. Maravillosa.
Strong and vulnerable
Porque se puede ser las dos cosas a la vez.
And, finally.... Raw.
En su acepción 'en carne viva'. Sentimientos al aire, la historia de Rae Earl alcanza una brillantez que, como digo al principio, duele, deslumbra y cambia. No os la perdáis.
PS: en su momento no entendí las quejas, pero ahora yo también creo que Sharon Rooney, Rae en la ficción, se merecía mucho más el BAFTA que Olivia Colman (Broadchurch).