Hola a todos.
Una imagen vale más que mil palabras… Depende de la imagen, depende de las palabras, ¿no crees?
Aunque, en general, es más sencillo transmitir cierta información o causar distintos efectos con la ayuda de efectos visuales.¿Se puede sorprender con palabras? ¿Se puede asustar? ¿Es posible crear tensión? Por supuesto. ¿Podemos alterar las emociones de nuestros lectores con nuestras palabras? Claro que sí. ¿Es fácil? No siempre. Depende de la emoción, depende de los lectores.
Es fácil provocar la risa. Basta un juego de palabras acertado, una ironía ocurrente, una imagen chocante…
También es sencillo causar cierto asco o repulsión. Con solo describir algo desagradable, lograrás ese efecto.
Ahora bien, para causar temor, tristeza o gozo, ya hay que esforzarse más. ¿Por qué? Muy sencillo. La risa y el asco son reacciones inmediatas, mientras que las otras son el fruto de un proceso.
¿Cuál es el secreto para que nuestras palabras se cuelen en el alma de nuestros lectores y susciten en ellos las emociones deseadas? La autenticidad. Si quieres que tus palabras lleguen al corazón, deben salir del corazón.
Piensa en tu día a día. ¿Quiénes son las personas que te transmiten entusiasmo, ilusión, melancolía…? Las que lo sienten, no las que lo simulan. Pues si quieres que tus lectores vivan tus historias y sientan junto a los personajes, tendrás que esforzarte para que esos personajes sean de “carne y hueso” y lo que ahí se narre sea “vida”.
Los escritores no hemos vivido todo lo que contamos, pero sí que hemos sentido muchas de las emociones que luego hemos plasmado ahí. Nos alegramos con las alegrías de nuestros protagonistas y lloramos con sus penas, aunque no siempre broten las lágrimas. Sentimos sus dudas, su ilusión, su miedo… Y cuando no es así, se nota. Los lectores pueden notarlo.
Es más difícil emocionar con un libro que con una película. No tenemos la música sentimental, ni los ojos húmedos de una niña huérfana en primer plano. Pero, precisamente por eso, cuando lo logramos el éxito y la satisfacción son mayores.
¿Quieres que tus libros tengan alma? Vuelca la tuya en sus páginas.
Un saludo