Revista Diario

Palabrejas: colecho sin consecuencias

Por Belen
Tenía preparada esta entrada para contar lo que mi hijo nos dijo a su padre y a mi ayer noche cuando se iba a acostar. Y he leído en el blog de Ana un testimonio desgarrador de unos padres aplicando el método Ferber. Un caso típico de un bebé reclamando a sus padres en la noche, hasta el punto de agotarles física y mentalmente. Estos padres supongo presionados por el entorno y agotados hasta el extremo deciden dejar llorar desconsoladamente a su bebé de 8 meses en la oscuridad. El método finalmente funcionó pero a cambio su hijo les devuelve frialdad y falta de contacto. Parece que la ecuación no cuadra.
El "palabrejas" de hoy va dedicado a todos aquellos padres que temen meter a su hijo en la cama (lo que ahora gusta en llamar colecho) por miedo a que se acostumbre, no duerman jamás solos y les tengas ahí en medio hasta casi los 18 (estas cosas no las digo yo de modo exagerado, son testimonios de personas espantadas al enterarse que mi hijo dormía con su padre y conmigo).
Como sabéis mi peque tiene 3 años. Estamos en la casa de la playa, y es la primera vez (porque este año estamos solos, sin más familia) que duerme solo en su habitación. Él ya siempre pide dormir en su cuarto. Su padre se ha acurrucado contra él cuando le ha ido a dar el beso de buenas noches, mi hijo con una gran sonrisa se ha girado hacia él y :
Peque: - Papá en esta cama solo duermen nenes, los papás y las mamás duermen en su cama.
Papá: - Pero no quieres que me acurruque aquí contigo?
Peque: - No, no, vete a tu cama. (dice empujando a su padre para que se vaya).
Después de esto se ha comido a su padre a besos y abrazos, lo del empujón era puro teatro, pero lo de echarle de la cama no, eso iba en serio. Esto lo dice mi hijo, cuya cuna estuvo en la habitación de sus papás hasta los 23 meses, y que durmió entre nosotros hasta bien pasados los dos años.
Mi peque también me llamaba en repetidas ocasiones por la noche, y la única manera de que durmiera más tiempo seguido y más tranquilo era meterlo en la cama con nosotros. Se sentía tranquilo, protegido, querido y dormía. Dormía él y dormíamos nosotros. Todos nos acurrucábamos juntos en la cama y descansábamos. A partir del verano pasado, las cosas empezaron a mejorar. Dormía solo en su cama, aunque a veces se venía a nuestra cama o me llamaba para que estuviera con él. Y ahora es un niño independiente a la hora del sueño, se va a la cama tranquilo, se duerme solo, duerme de un tirón y despierta feliz.
Con mi experiencia quiero animar a todos aquellos padres que me lean, el cansancio es terrible, lo sé bien, pero es una etapa, una etapa pasajera.

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