Como la tarde en Madrid está de lo más oscura y nublada, hemos decidido quedarnos en casa, y para acompañar una tarde otoñal nada mejor que unas magdalenas caseras. Ya os di aquí la receta, hoy le hemos añadido unos puntitos de chocolate para decorar y que han hecho las delicias del peque. Porque por supuesto estoy haciendo de él todo un maestro pastelero. Las hace conmigo, añade los ingredientes, los remueve, me ayuda a poner los moldes, a rellenarlos y hoy a echar las pepitas de chocolate encima.
Lo malo viene después cuando toca esperar unos minutos a que se hagan, el aroma inunda la casa y sus jugos gástricos entran en acción.
Cuando los nervios eran ya insostenibles:
- Mamá, mamá quiero merendar, tengo mucha hambre, dame algo.
(criatura parece que le mato de hambre ¿¿eh??, cualquiera diría que para comer se ha jalao un plato de cocido)
- Espera un poquito más que ya casi están listas.
- Pero mamá mi barriguita está muy triste porque no ha comido, y la tuya y la de papá, porque tenemos que merendar magdalenas con chocolate.
En fin, su barriga tiene vida propia, ahora me explico esa capacidad desmedida.