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Palacio de Olite, la joya del Reino de Navarra
Sin duda, resulta un conjunto imponente, como demuestra su torre del homenaje de más de 40 metros de altura, pero a la vez sus jardines, patios, galerías y torreones lo convierten en un conjunto lleno de romanticismo, donde es fácil imaginarse los suspiros de alguna doncella de la época recostada en algunas de sus balconeras. El promotor de esta obra fue el rey Carlos III, llamado ‘El Noble’, conocido más por su predilección por la lujosa vida de palacio que por las contiendas militares. En este enclave disfrutó de una vida suntuosa con la reina, Leonor de Trastámara, y sus ocho hijos. Un viajero alemán dejó constancia en el siglo XV del esplendor de este lugar: “Seguro estoy que no hay Rey que tenga palacio ni castillo más hermoso, de tantas habitaciones doradas… Vilo yo entonces bien; no se podría decir ni aún se podría siquiera imaginar cuán magnífico y suntuoso es dicho palacio”.Cámaras y galerías
Lástima que en aposentos como la cámara del rey no se conserven el mobiliario y la decoración de la época, ni tampoco haya una reproducción de los mismos. Quedan ciertamente desnudos y obligan a trabajar la imaginación. Sin embargo, en el caso de la cámara del rey, se puede atisbar la solemnidad de las recepciones. Saliendo al exterior podemos contemplar la hermosa galería del rey, uno de los ejemplos más interesantes del gótico civil europeo. Especial mención merece la tracería de los arcos. Y como no podía ser menos, la reina también tenía galería, llamada Claustrillo, menos suntuosa que la del rey pero más coqueta y abrigada por enredaderas y un jardincillo que conserva una curiosa conexión con Versalles. Y es que seguramente de aquí debieron salir los cinco naranjos que la reina Catalina de Foix regaló en 1498 a Luis XII de Francia con motivo de su boda con Ana de Bretaña. Parece que al menos uno de ellos había sido plantado por la reina Leonor y tal vez alguno siga brotando en las primaveras versallescas.
Torreones
Subimos de altura y camino de la torre de los cuatro vientos, si nos giramos podemos contemplar el gran cuerpo del palacio, coronado por la torre del homenaje. La torre de los cuatro vientos es el máximo exponente del romanticismo del complejo. Cuatro grandes ventanales, uno en cada una de sus pareces, permitían sentir la caricia del viento, cualquiera que fuera su dirección.
Además, aquí los reyes y nobles contemplaban las justas y torneos que se celebraban en la explanada exterior del Palacio. De ahí que los suspiros de las damas se mezclaran con el sonido del viento, tal vez nostálgicas de algún caballero que, debido a la gran altura que las separaba del suelo, resultara aún más inalcanzable…Autor: Iván Sánchez Raya para revistadehistoria.es
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Fuentes:
- http://guiartenavarra.com/index.php?m=4&subm=25&id=1
- http://www.olite.es/turismo/palacio-de-olite
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