Revista Insólito

Palencia Insólita II

Publicado el 28 diciembre 2022 por Monpalentina @FFroi

El presente libro, Palencia insólita II, arropado por la editorial Cálamo, que publicó la primera parte, y por la Institución Tello Téllez de Meneses, de la que el autor fue académico, sale a la luz casi como homenaje al cariño que Gonzalo Ortega Aragón demostró por su tierra palentina a lo largo de su obra.

Palencia Insólita II

De Gonzalo Ortega Aragón, por amistad vieja y duradera, sé que nació en Cubillas de Cerrato, fue seminarista, más tarde licenciado en Filosofía y Letras y, sobre todo, lector incansable. Con la carrera universitaria y sus conocimientos, entró como periodista en El Diario Palentino jubilándose de redactor jefe.

Marcelino García Velasco


El presente libro, Palencia insólita II, arropado por la editorial Cálamo, que publicó la primera parte, y por la Institución Tello Téllez de Meneses, de la que el autor fue académico, sale a la luz casi como homenaje al cariño que Gonzalo Ortega Aragón demostró por su tierra palentina a lo largo de su obra. Y este prólogo es una deuda que yo tenía con Gonzalo pues el día en que con mi mujer fuimos al Hospital Río Carrión a verle, como nos informaran en recepción que se encontraba en la UCI, subimos para preguntar por su estado, y al no ver a nadie nos sentamos a la espera de encontrar a Dorita, su mujer, o a algún sanitario. Tiempo después salió un enfermero y, al preguntarle, nos informó que había muerto y se encontraba abajo en espera de entrar en el depósito. Allí estaba Dorita. Nos perdimos verlo con vida y fuimos, por desgracia, los primeros en encontrarlo -con frase muy suya- con los pies por delante.
Pero aparte de la persona, en estos momentos lo importante es el libro, póstumo, que prologo. Por El Diario Palentino a lo largo de su vida pasaron excelentes periodistas entre los que destaco a tres: César Muñoz Arconada, de palabra rural, lírica y social, Valentín Bleye, de vena lírica y palentina, y Gonzalo Ortega con voz rural, cerrateña y humorística. Estos tres adjetivos acompañan a su escritura periodística y literaria, y configuran su personalidad creadora, siempre buscando el corvejón de la palabra para entregarla al sendero de la belleza del buen decir, sencillo y trabajado, nunca natural.
Lector empedernido y vocacional, en este PALENCIA INSÓLITA muestra, en el apartado de bibliografía, los libros que ha ido leyendo para encontrar los hechos singulares e insólitos ocurridos en esta provincia recta y vertical de Palencia.
Son 50 relatos los que contiene el libro y en cada uno de ellos nos toparemos con las tres características de su personalidad de escritor. El lenguaje rural dejará caer palabras y dichos arrumbados por haber cedido espacio y lugar al progreso, y ahí están: cagajones, fanegas, cargas, acarrear, alcacer, alcabala, robla, cántara, tahona, igualas, celemines, y tantas otras que muchos lectores tendrán que echar mano del diccionario y que para él eran tan familiares como pan o arroyo. Ay, este lenguaje de hoy, tan vulgar y arrendatario de otras lenguas, que hace palabras de cualquier cosa... Cerrateña porque nos suelta, vallejuelamente hablando suave, todo un soterramiento significativo hasta llegar a la luz que da sentido al decir. Humorística porque los cincuenta acaban con unos renglones a modo de moraleja irónica, sobria y socarrona, por aquello de haber aprendido el lenguaje y el humor en su Cerrato natal donde en sus valles, siempre espesos por culpa de la luz, corta y apretada, los lugareños suelen encender sus charlas con la llama del humor, sencillo y apagado, pero siempre chispeante.
El cogüelmo del libro brota de la necesidad ambiental, de la pobreza material y cultural de sus gentes que hacían desprecios a la higiene como primera razón personal, del brillo de la inteligencia ingénita, nunca nacida de la lectura o del estudio, en una población analfabeta acostumbrada a firmar con el dedo o una cruz. ¿Quién entendería hoy que un pueblo o un barrio o una aldea pagase la labor del maestro con cagajones -de ahí que el hambre que pasaba se hiciera dicho popular y perdurable- que gente de cara dura, numerosa, se colara en los banquetes de boda, tan repetido que, para acabar con este mal, se estableció que la asistencia a los mismos pasase por inscribirse antes y pagar el estipendio marcado, como ocurrió en Castromocho, y que era frecuente en muchos pueblos aunque no haya memoria escrita ni oral? ¿Y quién comprendería que por cuestión de competencia, como en Astudillo, poner una diligencia para llevar a los que iban a Frómista a coger el tren, no cobrar nada por el viaje y dándoles, además, una ración de chocolate, o quién aceptaría en la actualidad que se determinasen las herencias basándose en cumplir las exigencias del testamentario?
El libro está formado por anécdotas insólitas en el discurrir de los tiempos actuales y de acostumbrada existencia en los de ayer y anteayer, y algunas próximas al de hoy, y que el autor escarba en el terreno de la leyenda y de la historia así como en la memoria oral popular, y da fe de que fueron reales pues parten de piezas documentales que constan en libros y archivos.
No es PALENCIA INSÓLITA un libro que se pueda encajar en el costumbrismo porque no incluye maneras de vivir, sino de entretenimiento periodístico en el que algún lector encuentre solaz y sonrisa al conocer hechos que tan se salen de madre que hoy no cabrían en cabeza humana realizarlos. La intención de Gonzalo Ortega es periodística pues sabiendo -como conocía- por lectores de su periódico que lo primero que leían en él eran sus artículos, trataba de entretener a sus seguidores haciéndoles partícipes de lo que él encontraba en sus lecturas.
Este libro, que recoge un anecdotario palentino, no persigue un adoctrinamiento para vivir, el autor y sus contemporáneos, una trayectoria humanamente limpia y recta, sino un paseo histórico y amable de conocimiento sin más. Y como va escrito en un lenguaje limpio y cuidado entrará como un dulzor que acompañe a hechos insólitos de un tiempo finiquitado que el autor y los lectores llevan al deseo de que no se vuelva a repetir.
De Gonzalo Ortega podría decir que era una biblioteca provincial en la que se encontraba todo lo desconocido, o casi, de lo palentino. Nacido en el Cerrato y madurado en la Tierra de Campos, usó un lenguaje propio de las dos comarcas con sus dichos y recuerdos repetidos por venir de hechos sorprendentes, y como biblioteca que fue los conservaba frescos y enteros. Su personalidad, y quiero no equivocarme, fue la de un hombre rural y campesino que vivía en una ciudad a la que amaba y que sabía contar sus cosas sorprendentes.


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