Revista Política

Palestina

Publicado el 04 junio 2012 por Alejandropumarino

Ha escrito un gran artículo en ABC Antonio Burgos –lógico y habitual en él– acerca de la huelga de estudiantes de Sevilla. Creo que el motivo principal de la huelga era el de protestar por el aumento de las tasas. Pos eso le extrañó a mi compadre que la pancarta más grande de las exhibidas en la Universidad no tuviera nada que ver ni con el aumento ni con las tasas. Su mensaje era claro: «Palestina». ¿Y qué tiene que ver Palestina con la Universidad de Sevilla en una huelga de estudiantes? Pues nada. Pero es lo progre. En España se insulta, se veja y se humilla a los católicos. Se exige a la Iglesia el pago del IBI, mientras nadie se acuerda de que las mezquitas están exentas de abonar dicho impuesto. Pero no hay narices. Se ha dado mucha importancia, quizá excesiva, al juicio de un pobre hombre llamado Krahe que filmó un corto cocinando a Cristo en la Cruz. Si lo hace con Mahoma ya estaría calvo. Por eso, lo fácil es arremeter contra los cristianos, que tenemos la enseñanza de poner la otra mejilla cuando nos sentimos agredidos. Si el Estado, es decir, el mal administrador de España, tuviera que sustituir a la Iglesia en su labor social, no le quedaría dinero para lo de Bankia, que manda nísperos. La izquierda radical es muy palestina y muy suya. Odia a Israel, la única democracia del Medio Oriente –una parte de Europa rodeada de enemigos dispuestos a que desaparezca del mapa–, y pide con mucho énfasis una investigación de Bankia, que merece la investigación por otra parte. Pero no solicita que se investigue por qué Roures, uno de sus intocables, tiene una cuenta en Suiza de quinientos millones de euros y aquí pone a los trabajadores de «Público» en la calle.

El texto se corresponde con el inicio del artículo publicado por Alfonso Ussía en La Razón el pasado jueves, y retrata acertadamente. el perfil de la imagen que ofrece el izquierdista políticamente correcto. Después la cosa es diferente, y Trinidad Jiménez cambió bastante de criterio desde su época en la que defendía al pueblo saharaui y el tiempo de ministra, en el que miró prudentemente hacia otra parte mientras Hassan hacía de las suyas. Faltaba Willy Toledo retratándose en el desierto después de volar en primera clase y antes de cenar en el Lhardy, que también queda muy progre. Zapatero lució pañuelo palestino poco antes de la “kipá” judía por eso de que la Alianza de Civilizaciones lo puede todo y el buen político sabe perfectamente como ir con los de la feria y volver con los del mercado. Comentábamos en este mismo espacio, hace pocos días, lo inútil de una huelga de estudiantes que en este caso torna la cuestión en truculenta: Una protesta por aumento de tasas escolares, perfectamente respetable y que comparte este servidor de ustedes, se convierte en defensa de los intereses palestinos, país en el que abundan los terroristas, contra la única democracia en Oriente Medio. No encuentro la relación. Tampoco a prohibir el desfile de la carroza israelí el día del orgullo gay, supongo que los homosexuales españoles, que se pueden ir a vivir con los judíos en absoluta libertad, prefieren la convivencia con los pobres palestinos, aunque resulte corta por eso de que suelen ahorcar a quienes consideran desviados. La triste conclusión de este embrollo es que, en el fondo, el progresismo militante lejos de ser una cuestión de principios, es una pose. Y eso me entristece.


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