Revista Maternidad
Esta época del año es perfecta para la caridad, las obras de buena voluntad, las palmaditas en la espalda, la tranquilidad de conciencia disfrazada de bondad. Es el momento del año que se utiliza, entre otras cosas para hacer donaciones, visitar hogares de niños o ancianos y quedar con la conciencia tranquila hasta el próximo diciembre. Sin que el encuentro con es@ otr@, de quien eres "benefactor" te transforme en lo más mínimo.
Vamos por partes, estoy absolutamente a favor de hacer circular las cosa, tenemos tanto, consumimos tanto y por ende producimos tanto que vamos a terminar ahogándonos en plástico, tenemos sobrepoblación de objetos, más que de gente. Reparar, reciclar y reutilizar deberían ser valores intrínsecos al hecho de vivir en comunidad. Encima los objetos de l@s niñ@s, su ropa, juguetes, accesorios, etc., tienen además una vida útil tan corta que es un sin sentido andarlos tirando cuando todavía pueden ser devueltos al circuito. Pero hacer circular las cosas, como principio ético de convivencia y respeto al planeta y dar caridad son dos cosas bien distintas!
La diferencia básicamente está en desde donde nos paramos para ejercer una y otra acción, desde la idea de la caridad establecemos una relación vertical y jerárquica donde el beneficio real lo recibe quien da, ya que es quien sale con el ego inflado, alabado por la sociedad y con la conciencia tranquila; el/la otr@ sólo recibe objetos que no modifican sustancialmente su realidad, que es lo que verdaderamente debería importarnos. No es sólo dar objetos para que tengan lo que no tienen sino realmente como hacemos de manera individual y social para trasformar las lógicas que hacen posibles que un@s tengan todo y otr@s no tengan nada.
Soy un poco radical, pero la caridad está hecha para que no se modifique el status quo, es la manera que hemos encontrado para acallar nuestra voz, para creer que hacemos todo lo que está a nuestra alcancen para solucionar la desigualdad, para poner nuestra necesidad de equidad y justicia en un lugar donde no afecte drásticamente las lógicas en las que nos movemos. Como todo, seguimos fragmentando la vida y los espacios en los que nos movemos, creyendo que es perfectamente coherente y compatible ser un despiadado depredador todo el año y luego en diciembre donar lo que ya no nos es útil y asi coger fuerzas para poder seguir siendo un depredador el resto del año.
El problema de actitudes como estas además es que nos hacen creer que ya no somos parte del problema, que con hacer obras de caridad ya no tenemos que modificar nada más, que ya hicimos nuestra contribución y por ende no tenemos que revisar el resto de creencias y prácticas que sustenta la desigualdad en este mundo, que fomentan la pobreza la discriminación y la exclusión.
La solidaridad no es un valor que se ejerce desde arriba y que solo buscar subirnos el ego. Todo lo contrario, la solidaridad se sustenta en el reconocimiento del otro/otra, su situación y necesidades, en el respeto por su humanidad que l@ hace dign@ de una mejor calidad de vida no solo de objetos y en la responsabilidad que nos da el hecho de vivir en comunidad y saber que lo hacemos tiene repercusiones en la vida del planeta.
La verdadera solidaridad está en el hecho de generar alternativas que hagan posible superar la desigualdad no solo hacerla más llevadera. Desde la idea transformar-nos y empoderar-nos, de crecer como sociedad, porque contrario a una de las creencias que más sustentan nuestra forma de vida, lo real es que cuando crece un@ crecemos tod@s.
Es mentira que lo cada un@ de nosotr@s puede hacer es poco en relación con las desigualdades que enfrentamos, es mentira que hay cosas que son así y punto! Y es mentira también que los pequeños cambios no contribuyen en nada, lo pequeño, lo cotidiano, lo sencillo es lo realmente revolucionario. Y por otro lado, es cierto que hay quienes hemos sido privilegiados, por nacer en el país, la cultura y la situación económica en la que hemos nacido, pero eso no nos convierte en mejores, solo en afortunados y nos da responsabilidades más que derechos. Así que sumamos estas verdades y estas mentiras nos daremos cuenta que nos merecemos mucho más que solo hacer caridad, que podemos involucrarnos en otro mundo posible.
¿Por qué como madre me preocupa esto? básicamente porque creo que esta actitud la enseñamos los padres, es a través de nosotros que aprenden a ser solidarios o caritativos, somos nosotros quienes le enseñamos a sentir "lástima" y deshumanizar así a ese otr@ y por ende a ponerse por encima. Transmitámosles y enseñémosles que regalamos sus juguetes y su ropa no porque somos buenos, ni mejores sino porque es lo obvio, lo lógico y que de igual manera son bienvenidos los regalos reciclados, reparados y reutilizados que vienen a nosotros. Y sobre todo aprendamos juntos que lo que hacemos si importa, si vale, es significativo y puede cambiar el mundo. No nos conformemos (por apatía, indiferencia, descreimiento, menosprecio) con menos de lo que podemos hacer para transformar la realidad (mi deseo para el nuevo año!)