«¿Paloma San Basilio en la inauguración del festival de Mérida? ¿Por qué?» Escuché esta doble pregunta, acompañada de un mohín de autosuficiente desagrado, varias veces durante la semana pasada. Y yo pensaba: ¿por qué no? ¿Acaso no es una de las grandes figuras de nuestro teatro musical? ¿Acaso no ha acogido el festival emeritense, a lo largo de su historia, espectáculos de toda índole, desde musicales -recuerdo ahora «Golfus de Roma»- hasta ballets y, naturalmente, comedias y tragedias clásicas? ¿Por qué se le va a negar la posibilidad de actuar en el teatro romano de Mérida?
Existe en nuestro teatro -en nuestra cultura, en general; no, en nuestra sociedad, en general- una actitud, contagiosa, de superioridad moral e intelectual, que permite a los que la mantienen establecer lo que es digno y lo que no lo es, lo que tiene nivel de lo que no. Se basa, a menudo, en los prejuicios, que la RAE define como
«opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal»Con Paloma San Basilio existen muchos prejuicios. Y no solo con ella. Hay en nuestro teatro (en nuestra cultura, en general; no, en nuestra sociedad, en general) una tendencia a despreciar el gusto de los demás y a dictaminar lo que tiene nivel y lo que no, olvidando que el gusto personal no está relacionado necesariamente con la calidad. O a veces sí, pero muchas veces un espectáculo la busca por caminos diferentes.
Nos olvidamos también muchas veces, además, de que en el teatro se trabaja para el público, y que la única premisa necesaria es hacer las cosas (grandes o pequeñas) con dignidad y honradez. Y a «La décima musa», el espectáculo que ha inaugurado el festival de Mérida con Paloma San Basilio como protagonista, nadie le puede negar dignidad y honradez. Pero es que es, además, un espectáculo bien vestido y armado. Cierto es que tiene una dramaturgia sencilla, muy simple. en ocasiones puerilmente didáctica, pero no creo que se pretendiera otra cosa que construir un espectáculo entretenido en torno a un puñado de canciones, la mayoría inusuales en las antologías de musicales.
«La décima musa» es un espectáculo con magníficas canciones, una magnífica orquesta, unos magníficos intérpretes (además de Paloma San Basilio, Ignasi Vidal y David Ordinas)... Creo que más que suficiente para abrir dignamente (y sin prejuicios) el festival de Mérida. No todo van a ser sesudas Fedras o Medeas (que también las quiero).