[ Esta reseña se publicó en Aceprensa el 29.I.16 ]
La nueva novela de Pamuk sigue la vida de Mevlut Karatas desde su juventud hasta 2012. Pronto deja su pueblo y los estudios y se establece en Estambul con su padre. Ambos son vendedores ambulantes de yogur y boza, una bebida tradicional turca. Es un hombre optimista e ingenuo que disfruta la felicidad de la vida sencilla. Pamuk sigue con detalle su trayectoria a lo largo de numerosos años donde le vemos despertar al amor, formar una familia y llevar adelante un negocio.
En ese tiempo también evolucionan el país y la ciudad, y se presta cierta atención al fenómeno de la occidentalización y a las imbricaciones políticas y religiosas del islamismo. Tiene peso en el libro el relato de transformación urbana que sufre Estambul en medio de habituales enfrentamientos entre nacionalistas, kurdos, marxistas e islamistas.
Esta novela polifónica, donde intervienen multitud de narradores, está redactada en una prosa sencilla, desnuda de todo alarde retórico. Que la larga novela incluya un esquema de parentescos, un índice de personajes y una cronología, da idea de la abigarrada composición narrativa que compone el premio nobel. Todo esto está al servicio sin embargo de una historia algo endeble, de leve interés dramático y escasamente novelesca. La historia de Mevlut, y la de casi todo su entorno, es el corriente ciclo de la vida, un grupo de personas ordinarias que son niños, jóvenes y luego adultos en la Turquía de la segunda mitad del S. XX. El protagonista anda algo atascado por la vida y sus sueños no terminan de cumplirse. Quizás descubra al final que los ha tenido delante todo el tiempo y que se puede ser feliz con las cosas imperfectas de la vida. BIEN.