Al oeste de Turquía se halla un lugar inigualable, donde un fenómeno natural, en su formación geológica, crea gruesas capas en forma de cascada. Lascataratas blancas de Pamukkale, formadas por piedra caliza y roca travertina blanca, convierten a Pamukkale en uno de los atractivos turísticos más importantes del Turquía. Célebre por sus aguas termales, la ciudad de Pamukkale se asienta junto a la ladera de lo que fue “Hierápolis”, una antigua ciudad balneario fundada alrededor del año 190 a.c. donde se encuentran restos de una gran urbe romana; una de las mejores atracciones a contemplar en este yacimiento es un teatro romano muy bien conservado. Esta ciudad sufrió un gran terremoto durante el reinado de Tiberio (año 17 d.c), perdiendo su carácter helenístico al ser reconstruida posteriormente,transformándose en un lugar del más puro estilo romano.
Pamukkale que significa “Castillo de algodón”, en turco, está situada en el valle del río Menderes, en la provincia de Denizli. Su clima templado, la mayor parte del año, que hace contraste con su aspecto nevado, hace de este lugar un viaje de ensueño, en cualquier momento, especialmente para los que anhelan paz y admiran la belleza de la naturaleza. Estas aguas termales de color turquesa, declaradas Patrimonio de la Humanidad, fueron causadas por una actividad volcánica subterránea y movimientos tectónicos. Sus formaciones rocosas, tienen el aspecto de terrazas con forma de media luna, con capas de agua poco profundas, creando escalones de 1 a 6 metros de altura, algunos sostenidos por estalactitas.Sus aguas contienen grandes cantidades de calcio y bicarbonatos. De estas fuentes, brotan cada segundo unos 250 litros de agua.
En la antigua Grecia, se atribuían propiedades terapéuticas a este capricho de la naturaleza, otorgadas por el dios Asclepio (semidiós de la medicina) y su hija Hygieia (diosa de la salud y la sanción), ambos estaban bajo la protección de Apolo (dios de la medicina y la curación). La emoción de caminar sobre ese manto blanco es muy peculiar, a pesar de que pueda parecer resbaladizo, pisar el travertino produce una sensación de ventosa que transmite mucha seguridad. El atardecer en Pamukkale es de una belleza asombrosa, por su miscelánea de colores. A pesar de su ubicación, a unos 620 km de Estambul, este “Castillo de algodón”, en medio de la nada, te envuelve en su magia, creando imágenes, olores, sensaciones táctiles, completamente diferentes a lo que estamos acostumbrados, creando recuerdos de un viaje a Turquía, diferente e inolvidable.