Revista Viajes

Pamukkale e HIerápolis, la combinación perfecta

Por Flaviaaroundtheworld @FlaviaATW
Cuando los griegos descubrieron Pamukkale, este paraíso de aguas termales y travertinos, no lo dudaron mucho y en lo alto de la colina crearon Hierápolis. A los romanos, aficionados a los baños, también les gustó y no se fueron. Pero los bizantinos hicieron que Hierápolis fuera próspera.

Terrazas de Pamukkale

Terrazas de Pamukkale

Hoy en día Pamukkale es uno de los destinos preferidos para los turistas que van a Turquía y quieren admirar los castillos de algodón tan idílicos y a la vez tan de otro planeta. Porque sí, parece que alguien haya querido poner a propósito esas terrazas blancas con agua en medio de una gran llanura.

Pamukkale e HIerápolis, la combinación perfecta

Yo en Pamukkale

Nosotros llegamos a Pamukkale después de unas tres horas desde Éfeso en el coche que habíamos alquilado en Izmir. Otra forma de llegar aquí es viajar desde Madrid a Estambul (o desde mejor te pille) y luego ya en Estambul coger un vuelo interno o un autobús. Si ya estás en Éfeso, encontrarás muchos autobuses que te acercan hasta Pamukkale.
Una vez ya a los pies de Pamukkale, sólo te queda pagar las 25TL, quitarte los zapatos y subir por las laderas llenas de agua y caliza. Ten cuidado de no resbalarte y, si llegas a medio día como nosotros, de no quemarte con el sol.

Deslumbrante blanco de Pamukkale

Deslumbrante blanco de Pamukkale

Subiendo poco a poco nos fuimos encontrando con esas terrazas, unas llenas de agua donde meter los pies, otras vacías. Fue ahí cuando me pregunté por qué no todas tenían agua: ¿Habrá sido un año seco? ¿El cambio climático? ¿Desperdician mucho el agua? Nada de eso. Regulan el agua que hay en las terrazas, por eso hay unas con agua y otras vacías. Esto no lo hacen porque no haya agua, sino por conservar mejor este Patrimonio de la Humanidad. De todas formas el paisaje de estos algodones es increíble y singular. Al tocarlo piensas que va a ser resbaladizo o incluso blando, pero es duro y más bien rugoso.
Una vez en lo alto de la colina, llega la gran recompensa, las grandes vistas. Disfrútalas con tiempo, sin prisas y coge fuerzas para ver Hierápolis.

Teatro de Hierápolis

Teatro de Hierápolis

Puede que esta ciudad no te sorprenda de primeras si ya has visitado Éfeso, pero tiene rincones que te pueden sorprender y mucho. Por ejemplo, el teatro lo ves desde fuera y no parece que tenga más que gradas, pero cuando entras te encuentras con un escenario, donde cualquier actor desearía poder realizar cualquier pieza de teatro por muy corta que fuera. De todos los teatros que vi durante mi viaje por Turquía, este es mi preferido.

Templo de Apolo Hierápolis

Templo de Apolo

Del templo de Apolo hoy sólo se conservan unas pocas columnas en pie, pero te puedes llegar a hacer una idea de lo que debió de ser el templo en sus días de gloria.

La vía Frontinus Hierápolis

La vía Frontinus

La vía Frontinus está muy bien conservada, con su suelo de mármol, sus columnas laterales y su puerta al fondo. ¡Tendría que ser majestuosa en su tiempo!
Otro lugar destacado, que está un poco apartado, es el Martirio de San Felipe el Apóstol, aunque realmente no se sabe a que Felipe es al que se martirizó aquí. Lo mejor de aquí es la extraña estructura octogonal y las vistas.

Vistasde Hierápolis desde el cementerio

Vistasde Hierápolis desde el cementerio

Si llegas hasta el antiguo cementerio, podrás encontrar una tumba de un tocayo mío, Flavius, un importante comerciante de la zona. ¡Me hace ilusión encontrar mi nombre por el mundo!

Atardecer en Pamukkale

Atardecer en Pamukkale

Intenta hacer coincidir el fin de tu visita por Hierápolis con el atardecer en Pamukale. Es el mejor momento del día y, aunque sea cuando más gente hay, merecerá la pena contemplarlo. Este será el cierre perfecto a la visita de este extraordinario emplazamiento: uno de los sitios más bizarros de la naturaleza, con una bonita ciudad creada por el hombre.

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