Recientemente he estado en Granada, y hay una tienda marroquí (de las miles que hay en la ciudad) que suelo visitar cuando voy por allí por la variedad de productos que tiene, entre ellos especias, semolas de trigo de distintos granos y productos que en León no me resulta sencillo encontrar.
En esta ocasión, el mismo día que salíamos de viaje de vuelta a León, compré un par de bolsas de panes marroquíes, con 5 panes cada una de ellas, y a un precio por bolsa de 2,50 €. Pensaba que serían muy similares a unas que preparé hace unos años, cuya receta podéis consultar en esta entrada, pero cual fue mi sorpresa al descubrir que poco tenían que ver. Con una miga super ligera y blanca como la cal, pesaban la mitad de lo que pesaban las mias.
Estos son los comprados en Granada
Después de probarlas hace un par de días, me propuse dar con una receta similar, y como primera novedad he descubierto que además de en el horno, se suelen preparar en sartén, con el ahorro en tiempo que ello conlleva.Así que, voy a ir publicando las distintas variaciones que haga, hasta dar con la receta final. Desde ya aviso que las recetas van a ser muy parecidas, con pequeñas diferencias en los ingredientes y algunas no tan pequeñas en la elaboración, pero esta es la única forma de dar en la diana. Para empezar, ahí va la primera tanda.
Ingredientes (para 2 panes pequeños):
- 250 gr. de Harina de trigo blanca
- 160 gr. de agua templada
- 7 gr. de Azúcar
- 7 gr. de Levadura seca de panadería
- 7 gr. de Sal
En un poco de agua tibia (apenas un dedo en un vaso), añadimos la levadura, un poco de harina y el azúcar, y mezclamos bien con un tenedor y dejamos reposar 10 o 15 minutos.
En un bol, ponemos la harina, hacemos un hueco y echamos la mezcla anterior, mezclando poco a poco. La masa nos tiene que quedar un pelín pegajosa.
Ahora pasamos la masa a la superficie y hacemos un amasado duro, estirando la masa, durante 5 minutos. En este punto, ponemos un pelín de agua en la mesa, y encima echamos la sal, mezclamos con los dedos, y ponemos la masa encima, amasando de nuevo durante otros 5 minutos para que la masa absorva toda la sal.
Cerramos la masa con forma de bola, la terminamos de bolear, y la dejamos reposar en un bol tapado durante 1 hora.
Tras este tiempo, la masa habrá duplicado el volumen. La volvemos a sacar a la mesa, y con los dedos extraemos el aire que tenga. Ahora dividimos la masa en dos trozos iguales y en un trozo de papel de hornear ponemos un poco de semola de trigo fina.
Cogeremos cada trozo y lo colocaremos encima de la sémola, aplástándolo con los dedos para ir dándole forma redonda y de un grosor de aproximadamente 1 centímetro. Espolvoreamos por encima con sémola de trigo, y las dejamos reposar, tapadas, durante 30 minutos.
Ponemos una sartén a fuego medio. Pinchamos con un tenedor los panes y con cuidado, los pasamos a la sartén, donde los haremos hasta estar dorados por ambas partes. Si le dais mucha caña al fuego, no se harán bien por dentro. En cuestión de 5 minutos estarán listas.
Cuando la saquemos de la sartén, la colocamos en un trapo que habremos puesto sobre un bol o cuenco donde entren bien, y las taparemos. Con esto conseguimos que queden blanditas, que es como deben quedar, y no crujientes.
RESULTADO: de sabor, exquisitas, pero la miga no sale ni por asomo tan blanquita y tan fina como las que compré. Además, pesaran cada una el doble, pero como digo, exquisitas.