Revista Cultura y Ocio

Pan de limón con semillas de amapola

Publicado el 09 abril 2019 por Aleon @Aleonpizarro
de Cristina Campos.
PAN DE LIMÓN CON SEMILLAS DE AMAPOLA
Título: Pan de limón con semillas de amapolaAutora: Cristina CamposEditorial: Planeta, 2016Páginas: 416.
SINOPSIS.
Durante el invierno de 2010, en un pequeño pueblo del interior de Mallorca, Anna y Marina, dos hermanas que fueron separadas en su juventud, se reencuentran para vender una panadería que han heredado de una misteriosa mujer a la que creen no conocer. 
Son dos mujeres con vidas muy diferentes. Anna apenas ha salido de la isla y sigue casada con un hombre al que ya no ama. Marina viaja por el mundo trabajando como cooperante de una ONG. 
Mientras intentan desentrañar el secreto que encierra su herencia, tendrán que hacer frente a los viejos conflictos familiares, a la vez que intentarán recuperar los años perdidos. 
Esta novela es una historia sobre la amistad femenina, sobre secretos guardados y recetas de pan olvidadas. Pero, sobre todo, es la historia de unas mujeres que aprenden a decidir, con libertad, sobre su futuro. 
IMPRESIÓN PERSONAL.
Me encanta hacer pan. Es una actividad relajante, envolvente, que te demuestra, cada vez que lo haces, lo importante que es el tiempo y que cuando se lo dedicas a las actividades de tu vida, merece la pena el resultado. Todo eso sin contar la recompensa del perfume embriagador que se extiende por tu casa, del cuidado de la salud y que sabes a ciencia cierta que no estás comiendo "basura". Y he apuntado todas las recetas de panes que aparecen en la introducción de cada capítulo del libro para hacerlo esos fines de semana en que me gusta meter las manos en la masa. Algunos será complicado de hacer porque no sé si encontraré el tipo de harina que menciona la receta, pero casi todos son factibles. Los limones no serán del limonero de la abuela Nerea pero serán de mis limoneros que no creo que tengan tanto que envidiar a los de la abuela, todo sea dicho.
PAN DE LIMÓN CON SEMILLAS DE AMAPOLACuando alguien habla y conserva los recuerdos de sus abuelas y de sus madres, cosa que a mi me pasa continuamente, denota que las relaciones han sido especiales, que ha existido complicidad entre mayores y niños, que alguien te ha dedicado el tiempo necesario para transmitirte su buen hacer y su saber. Esas personas nunca mueren. Te pasas la vida diciéndole a tus hijos cosas como las albondigas de la abuela tal o el pollo a la virulé que hacía la abuela cual y esas croquetas que nunca olvidas de tu madre. Seguramente porque debe ser el paladar el que más memoria tiene además de frases, dichos y refranes que, al menos yo, recuerdo a la perfección. Yo soy una gran "guardadora de recuerdos". No es que sea nostálgica y viva regodeándome en ese pasado, solo que me niego a que algunas personas dejen de vivir y dejen de ser parte de mi vida mientras la mía continúe.
Como podéis ver, me ha encantado esta novela. Cuando una novela me toca en lo personal y más profundo, es de esas a las que sin duda volveré. Son pocas, pero las hay y esta es una de ellas. La he penalizado en la valoración solamente porque no me ha gustado el tratamiento que la autora da al colectivo de empleados públicos (no funcionarios porque no todos lo son en la administración) cuando alguna de las protagonistas interactua con alguno de ellos. Odio las generalizaciones y precisamente esta, tan habitual, es especialmente injusta. Por lo demás, podría haberle dado las cinco estrellas porque todavía me acompañan todas esas mujeres. Anna, Anita y Marina, pero también Catalina, Lola, Úrsula, Imelda, unas mujeres fuertes que han ido tomando decisiones en su vida, a medida que han ido evolucionando, que han ido creciendo y descubriendo, unas antes que otras, lo que es verdaderamente importante para ellas.
PAN DE LIMÓN CON SEMILLAS DE AMAPOLAAnna y Marina son hermanas, unas hermanas de buena familia, con recursos económicos, que han sido separadas en dos ocasiones. Una primera en la infancia cuando a Marina la mandaron a estudiar a Estados Unidos y otra posterior, cuando Anna, ya casada con un Armando machista y dominante, se pliega a la voluntad de su marido cuando nace su hija Anita y ambas hermanas se separan durante quince años en las que Marina ha estado de país en país ayudando como tocóloga en Médicos sin Fronteras. La herencia repentina de una panadería y un molino en un pueblo de Mallorca recibida de una mujer llamada Dolores Molí, a la que no conocen, vuelve a unir a las dos hermanas y junto a ellas acaban conociendo  a todo un elenco de mujeres que las arropan y se unen a sus inquietudes reconociéndolas como propias. No es que no haya hombres en la novela que los hay, pero la fuerza de los sentimientos, la intimidad de lo que les ocurre y de como reaccionan ante ello es de las mujeres. Los hombres actúan de acompañantes comprensivos, unos, y otros de acompañantes asombrados y contrarios a lo que ocurre entre las hermanas. No solo se ve la solidaridad, la comprensión y la unión de las mujeres en la novela ante lo íntimo, sino que también se pone en evidencia las carencias afectivas que han sufrido los personajes varones en su educación, esa educación que les ha obligado a no expresar excesiva ternura, a no llorar o a mostrarse tierno cuando te lo pide el alma. 
Y tampoco quiero dejar esta novela sin nombrar la ambientación. Si conoces el olor del pan recién hecho, del buen pan, este libro te olerá a panadería pura, a limón y a masa madre en un pueblo, Valldemossa, de esos de toda la vida, donde todos se conocen y se apoyan, de esos que, por desgracia en muchos lugares de España están siendo abandonados, cerrados y vendidos. Pueblos como este acabarán siendo piezas de museos y panaderías como la que la autora refleja en la novela cada vez son más escasas.
En fin, una delicia de novela. Preciosa, escrita con ternura y mimo, envolvente como los movimientos que hay que hacer con la masa cuando se hace pan; cautivadora y llena de tanto sentimiento e intimidad que te toca el alma, el alma orgullosa de mujer que, sin duda, una tiene.

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