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Pañal: cómo no cagarla

Publicado el 01 marzo 2014 por Entrepapás @entrepapas

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Si queremos quitar el pañal a nuestro hijo, vamos a necesitar para empezar mucha paciencia. Adquirir un hábito es un proceso lento y puede haber retrocesos. Tenemos que comprender a nuestro pequeño y colmarnos de tranquilidad. Piensen ustedes en la última vez que hayan querido adquirir un hábito, costumbre o conocimiento nuevo. ¿Salir a correr tres veces por semana?, ¿hablar inglés?, ¿aprender a cocinar? ¡Exacto! No es fácil, nuestro hijo no es un robot y no se puede programar. Estoy cansado de oir eso de un niño con un año hace esto, con dos lo otro, con tres no necesita eso y aquello. Pues mire usted, ¡No! Cada ser humano es diferente y en el proceso de educar olvidamos esta obviedad.

Controlar los esfínteres es un hecho fisiológico que se aprende como un hábito, igualmente que se aprende a andar, dormir etc. Llega el momento que nuestro cuerpo, nuestro organismo está preparado. Ese es el momento que los padres tenemos que guiar y ayudar a nuestros hijos pero no antes. Da igual lo que digan los libros o lo que hagan los otros niños, nosotros como padres debemos interpretar y observar a nuestro hijo para elegir el momento oportuno y que esto funcione. Si los padres tienen más ganas que el niño y este siente su ansiedad, no funcionará. El momento dependerá entonces de las señales de nuestro hijo más que del calendario.

Las señales que nos han ayudado a nosotros a saber que era el buen momento fueron:

  • Cuando empezó a quejarse del pañal. Para nosotros fue la señal más clara. Con dos años y medio era capaz de quedarse una hora con caca en el parque. Hace algunas semanas empezó a quejarse.

  • Cuando comenzó a señalar que venía pipí o caca aunque lo decía tarde.

A partir de ahí y estando casi seguros de que es el buen momento, ya es cuestión de motivarlo, alabarlo mucho, no reñirle nunca, premiarlo con nuestros besos y palabras y con detalles. Todo esto no servirá de nada si él percibe nuestra frustración.

Luego ya es diferente en cada caso. Uno puede llevarse la sorpresa incluso el miedo que nos llevamos nosotros, cuando un domingo se levantó nuestro hijo y dijo -”ya no quiero pañal.” Al principio pensamos que no podía ser y que seguramente no sabía lo que decía. Teníamos pánico por la alfombra y el sofá. Pero él lo hizo todo muy bien y muy tranquilo. Alguna vez falló y su pena era ya suficiente en ese momento, así que nada mejor que un abrazo o un beso de mamá o papá, diciéndole que está bien y no pasa nada, la próxima. En esos momentos entendí que las cosas son tan fáciles o difíciles como los padres quieran hacerlas. Y mi mujer aún me da las gracias por a pesar de que en verano, que se supone que es el momento ideal para quitar el pañal, yo insistiera en que no estaba preparado. A veces los papás también acertamos :)

En la vida no es todo cuestión de voluntad, a veces es cuestión de capacidad. Dejar el pañal requiere una capacidad. Debemos dejar de lado nuestras expectativas y transmitir paciencia y amor. A nuestros hijos les encantaría conseguirlo a la primera y bien, pero no es tan fácil.
Resumiendo, sino queremos cagarla, mejor no quitar el pañal hasta que nuestros hijos nos enseñen que están dispuestos y preparados.


Pañal: cómo no cagarla

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