Hoy salimos en bus local desde el parque (como llaman los bocateños a la plaza principal) para ir hasta Playa de Boca de Drago y que se encuentra a una distancia de veinte kilómetros de la ciudad de Bocas. En principio íbamos a ir de excursión en barca con los indígenas de Bocas pero se anuló debido al mal tiempo.
El camino era muy bonito, de un verde frondoso e íbamos 6 personas, los cinco turistas y el conductor que también vendía los tickets y que pagamos 5$ los dos de ida. Nos dejaba en una playa con hamacas y desde allí teníamos que caminar un sendero de palmeras bordeando la costa hasta Playa de las Estrellas.
Caminamos una media hora nada más admirando el paisaje y aunque el tiempo no acompañaba, era un lugar hermoso y salvaje.
La playa de las Estrellas se encontraba repleta de restaurantes y hamacas pero vacía de gente. Al fondo se encontraba el embarcadero para los que deseaban volver en barca si el mar lo permitía.
Justo a la entrada de la playa había un gran letrero con información sobre las estrellas de mar, no estaba permitido tocarlas ni mucho menos cogerlas porque retraían sus estómagos y dejaban de alimentarse.
Elegimos un sitio junto a una palapa para dejar las cosas y consumir alguna bebida mientras nos bañábamos relajados. Empezó a salir el sol y en la orilla del mar, junto a la arena vimos unas estrellas de mar que dormitaban, les hicimos fotos sin tocarlas. Fue algo mágico verlas.
Volvimos con el bus de las 1330 hacia Bocas Town y paseamos por la calle de la costanera y nos encontramos el cementerio desviándolo y vimos antiguas casas de madera pintadas de alegres colores con lindos porches y con muchas plantas.
Algunas de ellas se han convertido en hoteles o casas de hospedaje. También vimos tiendas pequeñas y agencias de viajes.
Por la tarde se encontraban los diablos del martes de Carnaval bailando y persiguiendo a la gente que los provocaba simulando propinar sendos latigazos.
Era una representación de la cultura panameña en Bocas del Toro sobre la colonización y la esclavitud. También había algún diablillo bueno que se dejaba fotografiar con los más pequeños que presenciaban el espectáculo.
Por la noche fuimos a cenar al Buena Vista, ubicado en un palafito sobre el mar y donde hacían excelentes platos y cocktails.