La pancreatitis aguda es la inflamación súbita desarrollada sobre la glándula pancreática previamente sana, que suele seguirse, si el enfermo sobrevive, de una curación sin secuelas.
El páncreas es una glándula que secreta las hormonas insulina y glucagón, al igual que enzimas digestivas que ayudan a la digestión de los alimentos.
Entre sus factores causales se reconocen: litiasis biliar, alcoholismo, alteraciones estructurales del duodeno, de la vía biliar y pancreática. También como posibles causas cuentan: arteriosclerosis, hipertensión, hipercalcemia, hipotermia grave, diversos agentes infecciosos como virus de hepatitis, parotiditis, rubeola, citomegalovirus y parasitosis; y numerosos fármacos.
Entre sus síntomas muy variados, el dolor en epigastrio con irradiación a hipocondrios y espalda es el más característico, también se acompaña de nauseas, vómitos, distensión abdominal, fiebre, falta de emisión de heces y de gases.
La exploración física descubre un enfermo con aspecto de gravedad, taquicardico y en ocasiones, hipotenso.
En el laboratorio bioquímico es frecuente hallar cifras elevadas de leucocitos, bilirrubina, fosfatasa alcalina, gammaglutamiltranspeptidasa, transaminasas, enzimas pancreáticas como amilasa y lipasa.
El diagnostico por imágenes aporta datos en radiografías de abdomen y tórax, ecografías abdominales, tomografías y en ocasiones estudios baritados del tubo digestivo o colangiopancreatografía endoscópica retrógrada, que aporta datos de hígado, vesícula biliar, conductos biliares y páncreas.
El tratamiento requiere hospitalización y dependiendo de la gravedad puede ser en unidad de cuidados intensivos. Este incluye tratamiento médico (control del dolor, estado hemodinámico y metabólico) con antibióticos y tratamiento quirúrgico.
Como primera medida hay que suprimir la actividad exocrina del páncreas con ayuno alimentario absoluto.
La pancreatitis aguda severa puede comprometer la vida del paciente.
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