Los científicos del MIT están elaborando una tecnología que permitiría aprovechar toda la superficie de una ventana convencional como un gran panel solar. Si pudiéramos sumar toda la superficie cubierta de vidrio que hoy posee cualquier edificio moderno veríamos que este avance puede proporcionar energía suficiente para la iluminación y otros dispositivos, y reduciría los costes de instalación mediante el aprovechamiento de las estructuras de las ventanas existentes.
La clave de la tecnología es una célula fotovoltaica basada en moléculas orgánicas que aprovecha la energía de la luz infrarroja mientras que la luz visible puede pasar sin impedimento alguno, permitiendo utilizar los cristales con la posibilidad de ver a través de ellos.
En la actualidad el coste de instalación de un sistema tradicional de energía solar basado en paneles de silicio de película delgada (thin film) significa entre la mitad y las dos terceras partes de los gastos de la instalación. Sin embargo, el sistema fotovoltaico transparente podría disminuir en gran medida los costos en materiales estructurales.
Todos los intentos conocidos de crear celdas solares transparentes tienen muy baja eficiencia (menos del 1%) o utilizan elementos que bloquean demasiado el paso de la luz y le impiden alcanzar un desempeño práctico para el uso en las ventanas. Los investigadores del MIT fueron capaces de encontrar una formulación química específica para sus células que, cuando se combina con revestimientos de reflexión “parcialmente infrarrojos”, da una gran transparencia y una eficiencia bastante mayor. En un edificio nuevo o en uno existente, donde las ventanas están siendo reemplazadas, el añadir este material transparente al cristal sería un coste adicional relativamente pequeño ya que el costo del cristal, los marcos y la instalación sería la misma con o sin el componente solar.
Con las ventanas modernas de doble panel, el material fotovoltaico puede estar cubierto quedando en la parte interior donde estaría completamente protegido de la intemperie. Sólo las conexiones de cableado a las ventanas y un regulador de voltaje serían necesarios para completar el sistema en una casa.
El uso de las grandes superficies acristaladas de los edificios existentes podría ofrecer un área mucho más amplia respecto a la que pueden disponer los paneles solares tradicionales. En las mañanas y los atardeceres, con el sol bajo en el cielo, los laterales de las fachadas de los edificios son iluminados de lleno y esto permitirá que se pueda alcanzar una cantidad significativa de energía.
Max Shtein, profesor de Ciencias de los Materiales en la Universidad de Michigan, afirma que este trabajo demuestra uno de los aspectos fundamentales de la utilidad de la ingeniería de investigación y añade que este es uno de muchos métodos que se están experimentando en la actualidad poniendo énfasis en que la mayor incertidumbre de esta investigación está puesta en la vida útil que puedan tener estas células fotovoltaicas orgánicas.
Como beneficio adicional, el proceso de fabricación de las células propuestas por los investigadores del MIT podrá ser más respetuoso con el medio ambiente ya que no requiere los procesos de uso intensivo de energía que se utilizan para fabricar las tradicionales celdas solares de silicio.
Fuente: MIT
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