Revista Arquitectura

Pánico

Por Arquitectamos
A veces entra el pánico de golpe: Personal de cabina que está más que harto de volar, de repente siente miedo y no vuelve a subirse a un avión; alpinista que un día se hace una pregunta que no se había hecho hasta entonces ("¿y si me caigo?"), y deja de trepar por la montaña; conductor experimentado que de golpe dice que no coge más el coche; caminante inveterado que súbitamente teme que le salga al paso un perro... Pánico. Pánico incomprensible.
Pánico El Grito, Edvard Munch
O un arquitecto que un día recibe un burofax.
Pánico
Y detrás del burofax viene la citación del juzgado. (A veces viene directamente la citación del juzgado).
Las causas pueden ser muy variadas. Por ejemplo (todas ciertas, casos ciertos conocidos por mí):
- La casa que se terminó hace seis años tiene un descuadre de 2º que los dueños no habían apreciado hasta ahora. Piden doscientos mil euros para tirarla y volverla a hacer, porque alegan que la vivienda es inhabitable por inamueblable. (Las fotos de los informes periciales muestran que está perfectamente amueblada). Los doscientos mil euros se acaban quedando en ciento sesenta mil, que los propietarios se guardan en el bolsillo, y siguen viviendo en su horrible casa descuadrada.
- La solera de una gigantesca nave está destrozada. Hay humedades y grietas por todas partes. Aunque en proyecto tenía armadura y encachado, en la obra se hizo en masa y directamente sobre la tierra. Al arquitecto le encargaron sólo el proyecto, sin dirección de obra, y le piden ahora más de un millón de euros. (Este arquitecto fue finalmente absuelto al segundo recurso, pero por un motivo que no tiene nada que ver con esto: por cuestiones de forma y de procedimiento que se me escapan; pero nunca se estableció, para su satisfacción moral, que él no era responsable en absoluto de aquel desastre).
- El vaso de una piscina pierde agua por una fisura. El perito aprovecha y valora de paso hasta una nueva depuradora (desinstalar la actual, tirarla, comprar una nueva e instalarla), con sus filtros, válvulas y todo. Ah, y hacer un acerado para el chalet, que no estaba en proyecto. Y pavimentar el acceso de vehículos por la parcela. Y más cosas. Así que para arreglar el vaso le piden como cinco veces lo que costó.
- Una zapata cede unos centímetros, provocando la ruina de una vivienda. Bajo el terreno hay unas oquedades que el estudio geotécnico no detectó. El perito judicial dice (con razón) que la solución adoptada para la cimentación es errónea (es la que recomendaba el estudio geotécnico), y que había que haber proyectado pilotes. La empresa del geotécnico se va de rositas. Lo paga todo el arquitecto.
Pánico
- Una señora tiene en la terraza un feo pegote de mortero y, en general, bastantes remates muy toscos. Aporta un parte de atención psiquiátrica de urgencia por ataque de ansiedad. Pide cien mil euros para arreglar los desperfectos de la casa y doscientos cincuenta mil como indemnización por los daños psicológicos. Los únicos que pueden pagar esto son el arquitecto y el aparejador, porque el constructor y el promotor son insolventes. (El paupérrimo promotor acude al juzgado con su Mercedes Clase E, mientras que el arquitecto ha ido en metro).
- En una vivienda hay muchas moscas. Demasiadas. Muchas más de lo normal.

Pánico

Ante cualquiera de estos casos se desencadena la locura. El adjetivo "kafkiano" se usa a menudo muy alegremente, pero aquí es exacto.
Los abogados (el del arquitecto, el del aparejador, el del constructor, el del promotor, el del demandante...) se encargan de enturbiarlo todo de tal manera que nadie entiende lo que realmente pasa. Hacen preguntas que desvían la atención de todos los presentes. Lo confunden todo y confunden a todos. El juez sólo piensa en que tiene demasiados juicios esperando y que no da abasto. Ni se entera de nada ni le interesa nada, y es incapaz de prestar atención a las cosas más sencillas, que, por otra parte, dejan de serlo porque tampoco interesa aclararlas. Sólo interesa que haya barullo; mucho barullo.
(Incluso he visto a bastantes jueces que dicen sarcásticamente, poniendo carita de asco y de infinito hastío, que no les hablen de grados sexagesimales o de hipotenusas, o de perpendiculares, porque no tienen formación técnica. Respetadísimos Justice Men: Son conceptos de educación primaria y se los está explicando el perito de una manera muy gráfica y con una infinita paciencia, como de Barrio Sésamo. Hagan el puñetero favor de intentar entenderlos).
Pánico
Al final sale una sentencia que, casi siempre, condena (solo o acompañado) al arquitecto.
Muchos lo asumen con madurez: Son gajes del oficio. Las cosas son así y no sirve de nada desesperarse. Tenemos un buen seguro precisamente para eso.
(A esto hay que decir que para la mayoría de casos sencillos el seguro cubre estupendamente, pero a veces los despropósitos son tan enormes, y además han sido tan engordados, que la cobertura del seguro no alcanza y el arquitecto debe responder con su patrimonio personal, y a su muerte siguen respondiendo sus hijos).
Pánico
Con todo y con eso, la mayoría de los arquitectos son gente fuerte, madura y equilibrada. Algunos incluso se pasan con un exceso de confianza en sí mismos, y hasta un punto de suficiencia y chulería que, no entiendo por qué, es un sambenito que arrastramos todos los demás sin merecerlo en absoluto.
Pero otros se lo toman como algo personal, se asustan, se sienten culpables, sienten que su obra ha fallado por algo que debieron haber previsto y adivinado y no lo hicieron. Sí, se creen que deberían haber intuido que bajo aquella zapata había una cueva. O se arrepienten de haber dado aquel "oquei" que no debieron dar. Quién sabe. Y se pasan noches sin dormir, dando vueltas en la cama rememorando aquella obra, viendo una y otra vez la película de todos sus errores (que, aunque no hayan tenido, a estas alturas ya creen que fueron bastantes y bastante graves).
Pánico
Y viven en el pánico. Y no quieren volver a hacer un voladizo nunca más, ni un vano de más de tres metros, ni una cubierta plana, ni unos ventanales grandes, ni, ni, ni. Y tiemblan tanto cuando el cartero les trae un certificado que se alegran cuando ven que sólo es una multa.
A todos ellos les dedico esta entrada. Un fuerte abrazo, y mucha suerte y mucho ánimo.
(Si te ha parecido bien esta entrada clica el botón g+1. Muchas gracias)

Volver a la Portada de Logo Paperblog