Los dinosaurios asolan Chicago (Chigaco Tribune, 1906)
La primera ficción con dinosaurios se servía de mundos perdidos, a menudo herederos del mito de la Tierra hueca que rendía homenaje a los secretos del generoso subsuelo que había preservado los fósiles que los dieron a conocer.
La aparición de dinosaurios en la ciudad supone una ruptura del orden lógico de las cosas. Al ser transportados a nuestro mundo, dejan de ser maravillas naturales para convertirse en peligros letales, incluso a su pesar (el mero deambular de los pacíficos saurópodos puede suponer cientos de víctimas).
Antes de que El mundo perdido (1925) impulsara el género cinematográfico de los monstruos gigantescos que asolan ciudades, conocido en Japón como kaiju, la prensa había conseguido que los ciudadanos aprendieran a temer el ataque de los dinosaurios, por muy extintos que estuvieran.
Un iguanodón en París
Un iguanodón en París, de Stablo (estudio) y Motty (grabado) para Le monde avant la création de l’homme (París, 1886) es la primera ilustración en la que puede verse a un dinosaurio en una ciudad moderna.
Saurópodo en posición poco natural aunque bastante efectista (New York Journal, 1898)
Se dice que fue esta caricatura similar del New York Journal del 11 de diciembre de 1898 la que movió a Andrew Carnegie, el millonario filántropo, a ponerse en contacto con el departamento de paleontología del recién establecido Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh para ofrecerle fondos suficientes para reconstruir un esqueleto de saurópodo: Aunque le ganó por la mano el Museo Americano de Historia Natural (AMNH) de Central Park (NY), que en febrero de 1905 exhibió un brontosaurio [1], el diplodocus de Carnegie será mucho más popular, y favorecerá a su difusión mundial las copias que el magnate remitió a los principales museos del mundo.
El brontosaurio de Carnegie deslumbra a Londres
Las enormes dimensiones de estos animales despertaron inmediatamente la imaginación de escritores, artistas y periodistas.
En 1906 toca correr en Chicago
El Chicago Tribune del 1 de abril de 1906 publica una monumental broma profusamente ilustrada cuyo titular reza: “Chicago, invadido por hordas de monstruos prehistóricos sembrando la muerte y la destrucción”. Puedes leer el diario completo aquí.
Los dinosaurios no respetan ni la hora del baño
¿Conocieron creadores como Windsor Mc Cay o Arthur Conan Doyle este artículo? No hay constancia de que estuvieran suscritos ninguno de los dos y parece menos probable que lo leyera el segundo, radicado en Inglaterra.
Asqueados por la contaminación, estos pterosaurios deciden emigrar
Otra pregunta que nos surge es: ¿quién es el autor de estas ilustraciones? La técnica empleada parece la manipulación de fotografías añadiendo dibujos. Desgraciadamente, no están firmados ni el diario acredita al autor.
¿Lagartijodonte es un nomen dubium?
En ese mismo número hay cómics de Frank Hutchinson (Willy Hawkshaw, Superstitious Sam), Peter Newell (The naps of Polly Sleepyhead) o “Taylor” (ilustra con un cómic un artículo de Hugh S.Fullerton y firma viñetas en otros). Los dibujos de los dinosaurios no parecen encajar con el estilo de Hutchinson o Newell, por lo que de inclinarnos por alguien apostaríamos por “Taylor”, al que parece haberse encomendado la ilustración de muchos otros artículos, aunque es obvio que él solo no pudo acometer la tarea de ilustrar el diario entero. Sin embargo, no tenemos pruebas al respecto y sí sabemos que, en aquel momento, el diario había contactado con un buen puñado de dibujantes, entre los que se encontraba el inimitable Lyonel Feininger, con los que preparaba un suplemento dominical de cómics [2]. Sin embargo, los dinosaurios del 1 de abril no parecen encajar tampoco con el estilo de Feininger, y no tenemos prueba alguna que nos haga pensar en la intervención de alguno del resto de dibujantes alemanes. Si alguien nos puede ayudar en esta labor de identificación, le estaríamos eternamente agradecidos.
Atasco en hora punta
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[1] Ya entonces considerado sinónimo del apatosaurio. En 2015 Octavio Mateus, Emanuel Tschopp y Roger Benson concluyen que son especies distintas.[2] Dos meses atrás, en febrero de 1906, el editor James Keeley había viajado a Alemania en busca de artistas. Keeley estaba interesado en generar una revolución en los cómics. En ese momento, una cuarta parte de la población de Chicago era de ascendencia alemana y muchos de ellos estaban familiarizados con los artistas que contrató: Hans Horina (The Rhynocerous boys), Victor Schramm (Karl & Fritz), Karl Pommerhanz, Karl Staudinger, Lothar Meggendorfer, August von Meissl o el fichaje estrella: Lyonel Feininger (1871-1956). Pocos días después de su broma de la invasión de los dinosaurios, el 29 de abril de 1906, Keeley presenta su nuevo suplemento dominical de cómics donde debuta la primera de las expresionistas y precubistas tiras que Feininger dibujó para el Chicago Tribune: The Kind-der-kids, a la que acompaña desde el 19 de agosto y Wee Winkie’s World, aunque en 1907 el autor abandona el diario para dedicarse a la pintura. En 1999, The Comics Journal incluyó The Kind-der-kids en su lista de 100 mejores cómics de todos los tiempos. Puedes leer la serie completa aquí.