Cuando era pequeña, pasar un domingo o el fin de semana en Portugal era algo que en mi casa se hacía a menudo. De vez en cuando nos volvíamos con café, toallas y mantelerías de esas que le gustan a mi madre... Pero no hace falta que diga que esto ya pasó a mejor vida, aunque Portugal sigue siendo un destino relativamente barato. Su capital, Lisboa, es una ciudad genial para hacer turismo, hay mucho para ver, se come muy bien y resulta fácil moverse por ella. Así que os proponemos una "vista panorámica" de esta ciudad y algunos consejos que esperamos os resulten útiles.
Si viajáis en avión, aterrizaréis en Portella, que es como se llama el aeropuerto de Lisboa, está a unos 5 Km del centro de la ciudad, para llegar hasta allí en transporte público podéis hacerlo en metro, autobús, o algo más turístico el aerobús, todos de precios similares, aunque este último te ofrece la posibilidad de un pase que te sirve para todo el día. Sin olvidarnos del taxi, la opción más cómoda, y que debido a la cercanía de la ciudad puede resultar relativamente barato.
A partir de aquí Lisboa ofrece multitud de cosas que hacer y que ver, así que os mostramos lo más emblemático de la ciudad lusa.
Barrio de Belém.
Torre de Belém: Construida en el siglo XVI. Es uno de los monumentos más fotografiados de la ciudad. Desde esta orilla del Tajo salían barcos en busca de nuevas tierras y aventuras.
A poca distancia, el monumento a los descubridores. Su forma recuerda a un barco a punto de zarpar. En lo más alto tiene un mirador, con unas vistas magníficas del monasterio de los Jerónimos y del puente "25 de abril", sí, es igual que el de San Francisco... Para subir tienes unas estupendas escaleras (unas 200), o sino el ascensor, que ya nos conocemos,...
Monasterio de los Jerónimos: Está declarado patrimonio de la humanidad. Lo que primero llama la atención, es su impresionante fachada de más de 300 metros. Ya en su interior, podemos recorrer su claustro y visitar su iglesia en la que está enterrado, entre otros personajes históricos, Vasco de Gama.
Después de empaparnos de historia, patear y hacer un montón de fotos, llega lo mejor ¡¡ los pasteles de Belém!! La pastelería se encuentra justo al lado del monasterio. Se dice que la receta secreta de los famosos pastelitos, se la dieron los mismísimos monjes. Puedes comprar para llevar, pero creedme cuando digo, que lo mejor es pedir un café y un par de pasteles, o los que caigan... sentarse tranquilamente y ponerles un poquito de canela y azúcar glas para comérselos calentitos en el momento, crujientes por fuera y cremosos por dentro...
Barrio de Alfama.
El barrio más antiguo de Lisboa. Lleno de escaleras y cuestas, que digo lleno! ¡todo el barrio son escaleras y cuestas!... Antiguamente vivían en él la aristocracia lisboeta, la cual fue abandonándolo, y se asentaron en él los pescadores. Está lleno de decadentes edificios señoriales, con azulejos desconchados en sus paredes y ropa tendida. Callejeando, con un poco de suerte, se pueden encontrar algunos restaurantes muy baratos, nosotros encontramos uno en el que tenían el menú a 5€, aunque aquello parecía más bien una casa particular... Eso sí, cuidado porque resulta facilísimo perderse, aunque hay quien dice que esto es parte del encanto cuando se visita este barrio. Sin salir de Alfama, encontramos el Castillo de San Jorge. Está situado en la colina más alta de Lisboa, desde allí se divisa toda la ciudad.
Es el centro histórico de Lisboa, con calles anchas, muchas de ellas peatonales. Aquí se mezclan tiendas de marcas conocidas, con las de toda la vida, además de pastelerías, cafés y un montón de restaurantes. La más conocida es la Rua Augusta, esta calle empieza en la plaza de Rossio, y finaliza en el arco del triunfo. Lo reconocerás, porque es otra de las imágenes típicas de Lisboa. Este arco se construyó para celebrar la reconstrucción de la ciudad tras el terremoto de 1755. Y por él se accede a la Plaza del Comercio y al río Tajo.
Muy cerca de aquí se encuentra el Elevador de Santa Justa. Se trata de un ascensor construido en 1902 por un discípulo de Eiffel. Es la forma más rápida y cómoda de llegar desde La Baixa hasta el barrio alto. Este elevador tiene en su parte más alta un mirador. Es bastante habitual encontrar en él a alguien tocando música o cantando, lo que resulta muy agradable mientras se contempla la ciudad.
El Chiado y el Barrio Alto.
El Chiado era el barrio donde se reunían intelectuales y escritores lisboetas, de ahí que esté lleno de librerías y cafés. Uno de los más famosos es el Café A Brasileira, justo en frente, entre las mesas de su terraza se encuentra una estatua de Fernando Pesoa, el poeta más célebre de Portugal, tomándose su café. Es muy típico sentarse a su lado para hacerse una foto
Por su parte el barrio alto es la mejor zona para salir de noche. Sus callejuelas estrechas están llenas de bares de copas y restaurantes. También aquí encontramos locales donde escuchar fados.

Después de haceros una idea de lo bonita que es esta ciudad, aquí van algunas recomendaciones:
- A la hora de sentarte a comer, ten siempre presente: "todo lo que se pone sobre la mesa se paga", es decir, si mientras esperáis la comida, traen un aperitivo, tened claro que os lo van a cobrar, a no ser que digáis, (con insistencia...) que no lo queréis.
- Si quieres una vista panorámica de toda la ciudad, la versión barata del tranvía turístico, es el tranvía de la línea 28. Éste va desde el barrio alto hasta Alfama.
- Si eres cafetero, este es tu destino. Los portugueses aman el café, pero del bueno... Prueba a sentarte en cualquier cafetería, y como decía "Anita" disfruta de una "relaxing cup of café con leche..."
- Y sobre todo! no os vayáis sin probar el bacalao...
A nosotros nos quedó pendiente; Subir en el elevador de Gloria hasta el mirador de Sampedro de Alcántara; Un paseíto en barco por el Tajo; Escuchar fado; Y comer más pastelitos de belén... Y tú, conoces Lisboa? que rincones te gustaron Más?
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Nota: Damos las gracias a www.visitlisboa.com y a www.pasteisdebelem.pt por cedernos las fotos, pues las nuestras la verdad es que no hacían demasiada justicia a la belleza de esta ciudad, ni a sus pastelitos...