Panrico está adelgazando para ponerse al día con la banca. La empresa de bollería, en manos de un fondo de capital riesgo, ha puesto a la venta su filial Galletas Artiach. La operación se enmarca en un proceso de reestructuración del grupo catalán dueño de Donut y de Bollycao, que ha decidido cerrar las factorías de Sevilla y Santiago de Compostela por el desplome de la facturación.
Fuentes financieras han confirmado que Panrico, que fue comprada por un precio simbólico en diciembre de 2011 por Oatktree, ha contratado a Rabobank y a Rothschild para que busquen un comprador para su marca de galletas. Las mismas fuentes no han desvelado el precio de la transacción, pero aseguran que hay bastante interés por comprar la segunda empresa del sector en España por cuota de mercado.
Planta de Artiach en Orozko, Vizcaya (deia.com)
Puede que ese interés sea cierto ya que Panrico adquirió Galletas Artiach en abril de 2008 en una subasta competitiva. La empresa barcelonesa, en esos momentos controlada por Apax Partners, se la compró a la multinacional Kraft Foods. El gran activo de esta compañía, que llegó a alcanzar unas ventas de 70 millones, son sus marcas. Entre las más conocidos están Chiquilín, Filipinos, Artinata, Artichoco, Articoco, Artiavellana, Artilimón, Artiturrón, Digesta, Princesa, Mini Princesa, Mila, Morena, Selección y Tentaciones, así como Marbú Dorada y Dinosaurus.
El nuevo dueño de Panrico la quiere vender por dos motivos. El primero es para hacer caja y poder hacer frente a sus obligaciones financieras. El segundo, para centrarse en su negocio original, la fabricación y comercialización de productos de consumo rápido y corta fecha de caducidad, los famosos Donuts, frente a los que tiene una duración de un año, como las galletas. Sus producciones y sus comercializaciones son completamente distintas.
En diciembre, Oaktree pasó a controlar el 85% de Panrico con la aportación de apenas 11 millones. El fondo alcanzó un acuerdo con la banca acreedora para reestructurar la deuda de Panrico y reducir en un 60% su pasivo global, que pasa de 495 a 195 millones. A cambio, el fondo de private equity se comprometió a adelgazar la sociedad, con un brusco ajuste de costes.
En ese sentido, la empresa ha llegado a un acuerdo con los trabajadores de Santa Perpetua de Mogola (Barcelona) para adaptar la producción a las ventas, que se han desplomado un 40%. Lo mismo está haciendo con la factoría de Valladolid. La de Sevilla -200 empleados- ha corrido peor suerte y ha sido clausurada. La de Santiago de Compostela, con 100 trabajadores, bajará la persiana a finales de mes.
La amarga receta de Apax
Sin la llegada del Oaktree, la empresa de bollería hubiera suspendido pagos, ya que ninguno de los accionistas quería desembolsar más dinero para recapitalizarla. Porque Panrico venía de una situación tan complicada que su antiguo dueño, Apax Partners, la entregó a la banca a cambio de un euro. Esta firma de inversiones, que la había comprado en 2005 por 900 millones de euros, la dejó en manos de los acreedores a mediados de 2010.
Antes se comió lo mejor de Panrico. Vendió activos, su propia sede, puso en marcha un duro plan de ajuste (cerró la planta madrileña de Villaverde) y se repartió jugosos dividendos. Al tiempo, prometía duplicar la facturación hasta los 1.000 millones y salir a bolsa en 2010. Pero con la crisis, esos sueños de Apax, dirigido en ese momento por Nicolás Bonilla, se fueron al traste. En julio de 2010, la sociedad británica decidió no pagar más el préstamo con el que la adquirió cinco años antes. Pese a ese éxito, Apax duplicó el sueldo a sus directivos en España.
Fuente: El Confidencial