Todo parece indicar que el mandato del presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, va a estar marcado por sus desavenencias con la prensa, a la que desde la campaña electoral acusó de atacarle con “noticias falsas”. Pocos medios se han librado de sus invectivas. Incluso algún periodista, como el mexicano Jorge Ramos, de Univisión, ha sido expulsado de una rueda de prensa, y otros medios y sus informadores vetados en sus preguntas. No hay que ser adivino para barruntar que se avecinan malos tiempos para la libertad de expresión.
Ello me ha hecho recordar que, a comienzo de la década de los años 80, TVE emitió una serie norteamericana que dejó un poso indeleble en los jóvenes que por aquel entonces soñábamos con ser periodistas: ‘Lou Grant’. El argumento se basaba en las vicisitudes de la redacción de un periódico, ‘Los Angeles Tribune’, un medio de corte progresista, dispuesto a indagar en todo cuanto concerniese a la sociedad a la que estaba destinado. Su protagonista era el actor Ed Asner, un veterano redactor-jefe curtido en mil batallas. El periodismo que practicaban aquellos profesionales era el que nosotros anhelábamos poder ejercer algún día: la corrupción política, la desmesura de la gran empresa, así como la problemática social, en general, no escapaban a la atención de sus intrépidos reporteros.
A mediados de 1982, el principal patrocinador de la serie, la empresa Kleenex, fabricante de pañuelos de papel, decidió retirarle su apoyo. Eran los tiempos en los que la presidencia de los Estados Unidos la ostentaba precisamente otro actor: Ronald Reagan. Al tiempo, Asner, el protagonista de ‘Lou Grant’, presidía la Asociación de Actores de Televisión. Su posicionamiento en cuestiones palpitantes en esa fecha era inequívoca. Llegó a criticar públicamente la intervención norteamericana en El Salvador , por ejemplo. Además, la serie, que llevaba un lustro en antena, comenzó una espiral altamente peligrosa para esa imperante ‘mayoría moral’ estadounidense, abordando los problemas del tercer mundo o los derivados de la energía nuclear, el militarismo o el armamentismo.
A Kleenex la amenazaron con boicotear sus productos, por lo que los directivos de la misma optaron por retirar su publicidad, sustento básico de la serie. Y ahí acabó ‘Lou Grant’, de forma tan paradójica, cercenando una voz libre. Alguien dijo tras su cancelación que ello constituyó “un paso atrás en la conquista progresiva de las libertades individuales”. Al menos, nos permitió a algunos amar aún más esta formidable profesión con la que todavía hoy intentamos ganarnos la vida. Así es que, pasadas casi cuatro décadas, nada nuevo bajo el sol.
[‘La Verdad’ de Murcia. 14-2-2017]