Durante su homilía pascual, el papa Francisco lamentó este Domingo de Resurrección que haya “demasiadas guerras y demasiada violencia”, incluso durante la pandemia, y pidió a la comunidad internacional compartir las vacunas anticovid con los países más desfavorecidos.
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Francisco dedicó su discurso pascual, antes de la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), a los más vulnerables, los enfermos de Covid-19, los migrantes, las personas que debido a la pandemia viven en la precariedad y las poblaciones que sufren las guerras.
“¡Todavía hay demasiadas guerras y demasiada violencia en el mundo!”, dijo el papa argentino, mientras enumeraba algunos de los conflictos más devastadores, como el de Siria, Yemen y Libia.
“La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo -y es escandaloso- los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan”, criticó.
También mencionó a los que en Birmania, donde hace dos meses se produjo un golpe de Estado y los militares reprimen con sangre las protestas, “están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica”.
Pidió a la comunidad internacional ayudar al “pueblo libanés, que atraviesa un período de dificultades e incertidumbres” y que “israelíes y palestinos vuelvan a encontrar la fuerza del diálogo para alcanzar una solución estable”, insistiendo en una solución con dos Estados independientes.
En su mensaje, el papa elogió “el camino de pacificación que ha emprendido” Irak, donde estuvo en marzo en una visita histórica, y fustigó “la violencia interna y el terrorismo internacional” en el Sahel y en Nigeria. También pidió la liberación de los prisioneros en los conflictos de Ucrania y Nagorno Karabaj.
Pronunció su homilía desde una basílica de San Pedro con muy pocos asistentes. Normalmente, preside estas celebraciones ante decenas de miles de fieles en el Vaticano.
Pero esta vez, por segundo año consecutivo, las restricciones contra el Covid-19 en Italia, un de los países más afectados por el virus con más de 110.000 fallecidos, han impedido este tipo de actos.
Desde el inicio de la pandemia, el papa argentino, de 84 años, acostumbrado a las multitudes y que saluda a los fieles en sus encuentros, ha reducido mucho sus apariciones en público.
Con información de EFE