Ayer, el primer día del Papa Francisco debió tener muchas más claves novedosas de las que uno puede haberse enterado o dado cuenta.
Por ejemplo, que cuando al hacer casi de madrugada el plan del día, le sugirieron que fuera enseguida al sastre, para hacerse vestimentas a medida, pero Francisco decidió que lo primero era ir a rezar a la Virgen en Santa Maria Maggiore y llevarle un pequeño ramillete de flores.
Cuando fue a hacerlo, decidió prescindir del coche "oficial" preparado al efecto, con matrícula CV1, y prefirió ir en uno destinado a la escolta, negro, más pequeño, con simple matrícula CV.
Cuando llegó a Santa María Maggiore, hizo ver que hubiera preferido que no se hubiera cerrado la basílica: "Dejadla abierta, soy un peregrino, quiero ir entre los peregrinos, no estoy indefenso", dijo. Y luego, dió su bendición al hijo de una mujer embarazada:
Como puede verse, sigue llevando sus zapatos negros, cosa algo llamativa. Aunque no sabemos si seguirá llevándolos o se trata de esperar los nuevos zapatos rojos adecuados a sus pies.
Luego de rezar allí y hablar con los confesores de la iglesia, pasó por la Domus Internationalis Paulus VI (por cierto, al lado de la sede de mi Universidad, hasta el punto de que un profesor visitante allí alojado luego comentó a sus alumnos la sorpresa de haber así encontrado con el Papa), para recoger sus pertenencias y pagar la factura del alojamiento.
Ayer dijo -ante las voces que le llegaron de prelados y gentes argentinas que pensaban viajar a Roma para asistir su entronización oficial- que prefería que hicieran el sacrificio de quedarse en su tierra y dar los dineros previstos para el viaje a los pobres. Él sigue llevando al cuello una cruz de hierro, no de oro o plata...
Tuvo tiempo para escribir una primera carta a la atención del doctor Riccardo Di Segni, rabino jefe de Roma. Decía: “Espero intensamente poder contribuir al progreso de las relaciones entre judíos y católicos conocidas a partir del Concilio Vaticano II, en un espíritu de colaboración renovada”:
También ayer por la tarde viajó desde Santa Marta, donde se aloja por el momento, hasta la Capilla Sixtina, en uno de los autobuses en que también iban los cardenales a participar en la Misa que celebró a las 5pm.
Y también -porque esta enumeración ya parece excesivamente larga- queda claro que su estilo pasa más por pronunciar una homilía breve (7 minutos) y sin papeles, en la que cita nada menos que a Léon Bloy para decir que “el que no reza al Señor, reza al diablo”.
Una homilía que bien puede titularse Caminar, edificar, confesar: "Podemos caminar lo que queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG que da pena, pero no en la Iglesia, esposa del Señor".
Seguro que el día de ayer del Papa Francisco tuvo otras cosas aún más relevantes que estos detalles.