Revista Religión

Papa francisco: me gusta, comento, comparto

Por Joseantoniobenito

PAPA FRANCISCO: ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

PAPA FRANCISCO: ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

PAPA FRANCISCO: ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO

José Antonio Benito Rodríguez[1]

Universidad Católica Sedes Sapientiae, Lima

De todos modos, siempre nos alegramos los católicos y la buena gente cuando se nos proclama el "anuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam". Y enseguida le encontramos la gracia. Es el siervo de los siervos de dios, es el pontífice (constructor de puentes), el vicario de Cristo, el obispo de Roma, el nuevo Pedro, el 266, el pastor universal. Pero también hay sorpresas gozosas que le dan un plus al acontecimiento Es el regalo del Esposo (el Espíritu Santo) a la Esposa (la iglesia). Y, claro, su Amor es desbordante. Hasta llegar a decir que "recuerda en el aspecto a Juan XXIII, tiene la simpatía del papa Wojtyla, habla con la sencillez de Juan Pablo I y piensa como Ratzinger. Un mix explosivo".  

A mí me pilló en un canal de TV justo a la espera de comentar la gran noticia. Y confieso que, al ver al nuevo Papa un tanto asustado y cómo fue cambiando su rostro como contagiándose del combustible espiritual del pueblo que rezaba y aclamaba, me emocioné.

Una vez ante mi computadora y tras ver, escuchar, reflexionar, en el lenguaje de las redes sociales puedo afirmar que siento la necesidad de proclamar que "me gusta,  comento, comparto".

Me gusta su nombre "Francisco" por lo que significa de sencillez, ternura, el aire nuevo de sus florecillas, su empeño en restaurar la Iglesia. Como buen jesuita, sigue a San Ignacio, quien al ver la vida de Francisco se convirtió: "Si él lo hizo, yo también tengo que hacerlo".

Me gusta su procedencia, Hispanoamérica, unido a ser hijo de emigrantes italianos, lo que Messori señala como "geopolítica"·. El reconocer que el continente de la esperanza –que habla español, que ha fraguado una síntesis cultural en torno al catolicismo con el tesoro de su religiosidad popular como punta de lanza- es el continente del amor, de la solidaridad.

Me gusta su sonrisa que me recuerda a Juan XXIII, Juan Pablo I; sus bromas como el decir que viene del fin del mundo o que algún cardenal le sugirió el nombre de Clemente XV para "vengarse" del Papa que suprimió la Compañía de Jesús.

Me gusta que haya mencionado en primer lugar al Papa emérito y le muestre gratitud, fidelidad, y nos pida oraciones por él.

Me gusta que sea religioso, consagrado, con la vivencia de los tres votos, la vida comunitaria; además, él ha sido maestro de novicios, provincial. Conoce de primera mano la gran necesidad de una renovación en fidelidad de la vida consagrada. De los 266 papas tan sólo 34 han sido religiosos, los últimos, además monjes,  Pío VII (1800-1823), benedictino y Gregorio XVI (1831-1846) camaldulense.

Me gusta que sea jesuita, la congregación más numerosa y que quizá más impacto ha tenido en la historia de la Iglesia. Los solos nombres de Ignacio de Loyola, Francisco Javier, su lema "A la mayor gloria de Dios", "en todo amar y servir", sus grandes pruebas, también en esta coyuntura…

Me gusta que haya ingresado a la Compañía y ordenado sacerdote como gustaba afirmar a San Ignacio "salido de muchacho", sabiendo qué es la vida, la del químico, la del profesor de literatura, la afectividad…

Me gusta su vida de oración, su temple contemplativo, la seriedad con la que vive la liturgia, su devoción por Santa Teresita, San José, la Virgen Santa María.

Me gusta su "debilidad" por los jóvenes como manifestó a los cardenales a quienes le pidió que tenían que brindar la "sabiduría de la vida"

Me gusta su pasión por los pobres, los más necesitados, su compromiso con la justicia, la familia, los derechos humanos, los valores, sin pelos en la lengua, pero sin ideologías, desde su condición de pastor, como queda claro en su responsabilidad de Cáritas.

Me gusta su celo misionero, su participación en Aparecida, su urgencia por vivir como "discípulo y misionero".

Me gusta su deseo ir al punto, al grano, al llano, aunque tenga que prescindir de ropajes rimbombantes, comodidades, rodeos. Así lo confirman las fotos viajando en metro en Buenos Aires, tomando mate, besando los pies de un niño enfermo de SIDA, vistiendo sotana remendada, zapatos viejos…

Me gusta su capacidad de escucha, la serenidad que refleja, la paz que transmite.

Me gusta su comunicación directa, sus homilías breves y enjundiosas, profundas, con ejemplos.

Me gusta la acogida de la gente, de los medios…Me gusta la expectativa que se ha creado

Me gusta que cuente con nosotros desde el primer momento, que nos haga protagonistas en la oración y en la acción.

Hasta me gusta que afloren las críticas, el querer ponerle entre las cuerdas por ser íntegro, por ser valiente, por ser verdadero. Como Jesús,  el Profeta., el Maestro, el Pastor que da la vida por los suyos.  

COMENTO brevemente. Siento que entramos en un kairós, en un tiempo propicio, en un momento en que se nos brinda la gran oportunidad de vivir lo que profetizó Isaías: "miren, voy a hacer algo nuevo; ya está brotando".

COMPARTO porque "se nota, se siente que, en Francisco, Cristo está presente". Más allá de un líder espiritual, más allá del comunicador, rescato su oficio de "Sumo Pontífice" y ya está tendiendo puentes: de comunión, primero entre todos los católicos, cristianos, judíos, de otras religiones, hasta con los ateos como en su mensaje sobre el perdón y la misericordia; con el mundo contemporáneo, que gusta de gestos directos, auténticos, coherentes. Emerge su misión de "servus servorum Dei" que acuñó su predecesor San Gregorio Magno y lo sentimos como el que sirve   y por eso nos ha abierto el alma a la sorpresa, a la esperanza, y con gozo, gratitud y responsabilidad aclamamos: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"



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