Lejos de todo tipo de elitismo, el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al “conocimiento deseado” o a distintos niveles de espiritualidad, subrayó hoy en La Habana el Papa Francisco en la primera de las tres misas que oficiará en Cuba.
Esa concepción siempre es una oferta para la vida cotidiana, también aquí en “nuestra isla”, un ofrecimiento que hace que el día tenga sabor a eternidad, señaló desde el estrado papal y en presencia de más de 300 mil personas procedentes de varias provincias cubanas.
Ante la pregunta de los discípulos del Evangelio, el Sumo Pontífice calificó de simple la respuesta de Jesús: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás”, señaló.
Mencionó el hecho de que frente a la paradoja cristiana de quién ocuparía el lugar más importante, quién sería seleccionado como privilegiado, quién estaría exceptuado de la ley común para destacarse en un afán de superioridad, sobre lo cual dijo que “la vida auténtica se vive en el compromiso con el prójimo.
Agregó que el santo pueblo fiel de Dios que camina en Cuba, es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas.
Es un pueblo que camina, que canta y alaba, que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza porque su vocación es de esperanza, dijo.
Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos dones, a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos, propuso el Sumo Pontífice.