Voy a empezar con una razón egoísta para la historia que quiero contaros. Piensa en Batman. Bien. Piensa en la Batcueva, y en el Batmóvil. OK. Ahora piensa en cómo un tipo como Batman se presenta ante los demás: oculto tras un traje -muy caro y muy molón-, una capa y una máscara, escondido en una cueva, y tras unos cristales totalmente opacos en un coche a prueba de bombas. Ahora piensa en para quién te gustaría ser un héroe, o ya puestos, un superhéroe. ¿De verdad querrías ocultarte?
Por ejemplo: este domingo pasado, al pequeño Luke, y a la pequeña Leia les compramos unos timbres para sus bicis sin pedales. Cuando el padawan vio que ya se lo había colocado en su manillar sin que él se diera cuenta, me soltó un "¡Qué bueno eres, Papi!". Era la primera vez que me decía algo así. Automática e incontroladamente mi sonrisa se convirtió en algo parecido a la mueca del Joker, de oreja a oreja, y la Maestra-Jedi y yo nos miramos sin poder evitar la complicidad y la risa. Fue una tontería, algo que no creo que ningún padre dejaría de hacer por sus hijos, algo natural, simple. En ningún caso una heroicidad. Como los pañales que habré llegado a cambiarles, o los baños que les habré dado, o las comidas, las noches en vela, los cariños, los juegos, los rockanrolesenlaplazadelpueblo que habré bailado con Leia, los mocos que les habré sacado, los paseos, los cuidados cuando han estado pachuchos, las cosquillas, las coletas que intento hacer lo mejor que puedo a Leia, las charlas, los dibujos que habremos pintado, los helados que habré compartido con Luke, o los cuentos que habremos leído juntos. Todo tan simple como eso. Pero su respuesta espontánea me bastó para tener el nivel de midiclorianos y felicidad por las nubes el resto del día.
Y no, no quiero esconder nada de esto. Son cosas triviales, simples. También hay situaciones menos ideales, también hay problemas, preocupaciones, enfados, descontrol, frustraciones, cansancio. También son facetas naturales de la paternidad y la crianza, no hay nada épico ni heroico. Experiencias que conoce y vive cualquier padre mínimamente involucrado. Alguno me dice que tengo muchas tonterías en la cabeza, que no soy especial. Lo sé, no soy ningún héroe, no soy ningún Batman. No llego ni a Robin. Cada vez hay más hombres implicados, y cada vez se alejan más de los modelos de paternidad de generaciones anteriores. Pero yo me siento bien quitándome la careta de murciélago, sin ocultarme, soy feliz contándolo. Cosas del ego.
Y ahora voy con una razón más amplia. No sé si llamarla altruista o desinteresada. Más bien social y comprometida. La razón es dar ejemplo. No en el sentido de ser ejemplo para nadie, yo no quiero -ni puedo- ser ejemplo de nada ni dar lecciones a ningún padre. Yo soy un desastre, hay muchas cosas en las que sin ayuda de mis padawanes, y sobre todo de mi Maestra-Jedi, no sería capaz ni de planteármelas. Batman es el único hombre que sabe combinar negro y azul. Pero lo que sí quiero es dar visibilidad y conciencia. Me gustaría que cualquier padre que cuide de sus hijos, demuestre ternura y cuidados, sea responsable y ejerza su paternidad en igualdad y respeto, no sea '', no esté señalado ni etiquetado. Que pueda hablar si quiere de sus emociones, de sus miedos y de sus sueños. Que no se esconda. Porque el camino a la igualdad real, y a una maternidad y paternidad en equidad, empieza dando visibilidad a estos gestos y a estos batmen.
Así que por supuesto que me sumo a este #papanoteescondas, esta acción ideada por Pau Almuni y Carlos Escudero (Un papá como Darth Vader). Por supuesto que no me escondo. Y por supuesto que invito a todos a que dejen la careta de Batman y se muestren como padres. Con la idea de compartir, de normalizar la paternidad, de concienciar a esos otros padres que "no hablan", están un poco " out", que se hacen los suecos. Es de lo que trata esta iniciativa: de la importancia de hablar y compartir entre padres, de sacar esos miedos de dentro, de "salir del armario", de quitarnos el agarrotamiento, los prejuicios y la vergüenza que llevamos en la mochila para implicarnos con la crianza de nuestros hijos. No hacen falta héroes, hacen falta muchos granitos de arena.
Éste es mi granito de arena. Así que: Nana-Nana-Nana-Nana, Nana-Nana-Nana-Nana... "papá, no te escondas".