Revista Diario

Papá sin complejos: Mi hijo quiere más a su madre

Por Belen

Supongo que todos hemos visto y sufrido que alguien le haga a nuestros hijos la famosa pregunta: ¿a quién quieres más, a mamá o a papá? No sé por qué hay gente que disfruta con esta pregunta, bajo mi punto de vista es un poco dura para los niños, creo que les somete a cierta presión, al tener que elegir algo que puede que incluso no entiendan. En nuestro caso, ya han sido varias veces las que ha sucedido. Y hasta ahora, el niño ha salido bastante airoso, con ese toque diplomático que tiene: “a los dos igual”.  El chico es listo, y siempre que le preguntamos por algo que deba elegir (juguetes, comidas favoritas, etc… ) el tío sale diciendo que los dos. Es mejor así, dice.  Y yo me parto con él.
Pero el otro día…. ante la dichosa pregunta dijo su famoso “a los dos igual”, y tras una breve pausa añadió “bueno, un poco más a mamá”.
Pensareis que voy a decir que se me vino el mundo abajo, o cosas por el estilo, nada de eso. Creo que es lo más normal del mundo. Un padre no puede competir (ni debe hacerlo) con la madre por el amor de su hijo. Creo que de la misma forma que las madres tienen un vínculo especial con los hijos, por haberlos tenido dentro, haberlos parido, etc… los hijos deben sentir algo más de amor por la madre, al menos hasta una cierta edad, donde entren en juego otras cosas como la relación diaria, la convivencia. Y más, cuando el niño en cuestión está la mayor parte del día con la madre, y el padre solo está visible los fines de semana, los festivos, y unas pocas horas por la tarde.
Si bien es cierto que yo me esfuerzo mucho por estar con mi hijo, por interesarme por sus cosas del día a día y que juego muchísimo con él, y que soy el inventor del “ataque besucón” (consiste en agarrarle, inmovilizarle y llenarle la cara de besos, algo que le encanta y con lo que se parte de la risa), también es cierto que cuando el niño no se encuentra bien, es su madre quien le da más cariño, y es a ella a quien recurre cuando tiene algún problema serio (ya sea hambre, dolor, o que un lapicero no tiene punta).  Al final, mi relación con él, a pesar de que es muy buena, podría ser definida como la relación que tiene con su mejor amigo de juegos, con “algo más”. Sé que me quiere, y sé que me echa mucho de menos cuando tengo que irme a trabajar, o tengo que viajar y que pregunta por mí continuamente si falto de casa, pero también sé que si se tiene que quedar en el hospital, será a su madre a quien reclame.
Y los padres debemos ser conscientes de que es así, y no sentir celos, ni nada por el estilo. Si te rechaza un beso (a pesar de que a su madre no le rechace ni uno solo) debemos pensar que es por algo relacionado con la autoafirmación de su personalidad. No pensemos en el niño (ni en la madre) como rivales, con los que hay que competir por el cariño. A cada uno lo suyo y en su momento.  Es ley de vida. Cuando sean mayores ya llegará “nuestro momento”. Al menos yo lo veo así.  Por Papá sin Complejos.

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