BUENOS AIRES (AFP) – Un ‘Papa Tour’ recorre desde este sábado los sitios emblemáticos de Francisco en Buenos Aires, su casa natal en el barrio de Flores, oeste de la ciudad, y sus pasos hasta la Catedral Metropolitana, donde oficiaba misa como arzobispo antes de ser nombrado Sumo Pontífice.
El paseo es gratuito y tuvo 5.000 inscriptos en apenas una semana, demanda que desbordó las expectativas del Ministerio de Turismo de la ciudad que planeó dos salidas diarias los sábados, domingos y feriados en buses con capacidad para 43 personas.
Mabel Roggero, una docente y catequista de 43 años, fue una de las afortunadas en conseguir lugar en el viaje inaugural junto a su esposo Daniel y sus dos hijos, Cristal, de 12, y Máximo Benedicto, de 7.
“Estuve con (Jorge) Bergoglio muchas veces porque presidía las misas de los retiros espirituales adonde yo iba como catequista; cuando supe que lo habían nombrado papa dije ‘Dios santo, ¡qué hiciste!’ y me puse a llorar, seguramente Dios lo tenía preparado”, dijo a la AFP.
Mabel lo recuerda llegar “en colectivo (autobus) con el mismo sobretodo (abrigo) negro y el maletín gastado con el que lo fotografiaron en Roma” durante el cónclave en el que fue electo como Papa.
“Tiene un carisma especial y puede acercar a la Iglesia, que está tan ausente en la gente y en las familias”, opina.
Frente a las puertas de la Basílica San José de Flores, la guía relata que allí, “en el último confesionario de la izquierda, el entonces niño Jorge Bergoglio, tuvo la revelación de su vocación sacerdotal cuando fue a confesarse antes de partir a festejar con sus amigos el Día de la Primavera (austral)”.
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Dos hombres ponen un banner en el autobus en el que se inicia el ‘Papa Tour’ en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, el 11 de mayo de 2013.
El sitio, es ahora paso obligado de feligreses ávidos por conocer detalles de la vida del papa Francisco, su infancia y sus primeros pasos como sacerdote.
El bus avanza con dificultad por las calles estrechas del viejo barrio de Flores, uno de los más antiguos de Buenos Aires, y algunos vecinos saludan el paso del vehículo que porta en su frente el presuntuoso cartel de “Circuito papal”.
El paseo de tres horas se ameniza con acordes de tangos del cantante uruguayo Julio Sosa, de la orquesta del maestro Osvaldo Pugliese y de Ada Falcón, los preferidos del papa.
El trayecto, un recorrido por 21 puntos en ocho barrios de Buenos Aires, incluye la casa donde vivió con sus cuatro hermanos, la plaza donde jugaba al fútbol, su escuela y la capilla San Antonio en cuyo solar se conocieron sus padres, Francisco Bergoglio y Regina Sívori, en el barrio de Almagro, en la zona central capitalina.
El sacerdote de esa capilla, Lorenzo Maza fue el fundador del club San Lorenzo de Almagro donde Bergoglio padre jugaba al básquetbol y de cuyo equipo de fútbol es ferviente hincha el papa Francisco.
Daniela Peralta tiene 21 años y estudia Teología en la privada Universidad Católica que funciona al lado del seminario donde Bergoglio estudio, en Villa Devoto (noroeste de Buenos Aires), otro de los puntos incluidos.
“No creo que este fervor por su figura sea algo pasajero, me parece que mucha gente volvió a la fe desde que él es el Papa”, se entusiasma Daniela que ya tiene pasajes para participar en julio de la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro.
El 75% de los 40 millones de argentinos profesa la religión católica, según datos de la institución religiosa.
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Un gran banner con la imagenb del Papa Francisco fue puesta en un edifio de Buenos Aires, días después de la elección como Pontífice.
“Esperamos verlo en Rio, ahora como papa” dice junto a ella su novio Fernando Lezcano (24), también estudiante de Teología, que lamenta haber perdido “esa foto con Bergoglio en un encuentro ecuménico, cuando nadie pensaba que iba a ser papa”.
Ambos destacan “su personalidad latina, nada que ver con Benedicto XVI”, su antecesor.
“Benedicto no llegó a la gente, y éste se los compró en una semana, pero a los argentinos no nos sorprenden las cosas que hace, ya lo conocemos de memoria, es un santito”, dice Graciela Marcó, una docente jubilada de 76 años.
Mirtha Dellantada, una empresaria del rubro de la salud de 64 años, se confiesa “emocionada por transitar los lugares que caminó de niño”.
Mirtha es voluntaria de Cáritas, la organización de beneficencia de la Iglesia Católica, y al igual que otros compañeros de tour tuvo la ocasión de conocerlo personalmente.
“Antes de los almuerzos durante los retiros espirituales o las jornadas religiosas, pedía ir a la cocina y bendecía las manos de la cocinera, ¿se da cuenta el gesto, cómo no vamos a quererlo?”, se pregunta.