Parece ser que España está a la cabeza de Europa en el consumo de papel higiénico, y uno no sabe si alegrarse, por haber llevado a ser líderes en algo, o suponer que despilfarramos la celulosa que tantos disgustos cuesta a los ecologistas y a los bosques de la Amazonia. Recuerdo, en mi lejana niñez, la utilización de la marca que ilustra la entrada de hoy; el producto era de una calidad ínfima y rascaba bastante, de modo que no creo que, de persistir casi como un monopolio en el mercado, hubiésemos alcanzado este hito. Se lee también, que las marcas de rollos más consumidas, son las de calidad Premium y las de cuatro capas, al lado de las que el conocido Elefante, parecería lija del uno. Nos limpiamos el culo con más gasto o cagamos más vecces diarias, que viene a resultar igual, y de tal modo ostentamos la plusmarca más relacionada con la mierda, con las heces, o sea. Lo único en limpio, con perdón, que salió de la noticia, fue el recuerdo nostálgico del papel que colgaba en un aseo antiguo, con un viejo calentador eléctrico y una grifería cuya imitación en acero inoxidable actual, pretende emular piezas antiguas.