“”La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo”
Epicuro de Samos
The Origami
Conocer la identidad del “Asesino del Origami” no era necesario. Nuestra mente está corrupta, pervertida ante tanto producto “Made in America” con excesivos giros argumentales. Si el espectador busca verse extrañamente engañado por una “film” sólo debe buscar entre la multitud de seriales que ofrece la parrilla televisa durante cualquier fin de semana post telediario.
Heavy Rain (Quantic Dream, 2010) no sorprende por su narrativa, ni por su argumento. Éste sin duda apuesta por algo que ya parecía intuirse en su anterior título Fahrenheit (Quantic Dream, 2005). Todo influye en la trama, nada pasa porque sí y el jugador siente la irremediable sensación de que influye en la historia. Pero no es así, nunca lo fue. De hecho tras días de reflexión sigo pensando que Heavy Rain es algo así cómo un mentiroso compulsivo. Sabe mentir y nosotros – el jugador – nos dejamos engañar.
Nos seduce con sus bonitas formas, nos encandila con una temática seria, culta e irresistiblemente alejada de la acción por la acción a la que esta generación nos viene siendo habitual. Heavy Rain no es un videojuego, no es una película y aunque lo parezca poco tiene de experiencia interactiva. En todo caso experiencia con interactividad, lo cual dista mucho de la anterior afirmación.
El Asesino emocional
El Asesino del Origami cala en la psique del jugador, más si uno es padre. Algo que acerca el título a un “target” específico, sin abandonar tampoco a aquel jugador que incluso tiene espacio para apartar la ira y la violencia que se le presupone. Pero, ¿qué pasa si no te limpias los dientes? ¿Si no ayudas a tu hijo con los deberes? Son preguntas que Quantic Dream se ha planteado, pero ¿lo has hecho tú?
Heavy Rain es la chica guapa de la fiesta, aquella que sin saber porqué todos miran, señalan y desean, pero que tras unos instantes cansa, amarga e incluso pierde encanto. No, no hablamos de un mal título, al contrario, pero tras mirarlo un poco más en profundidad uno se da cuenta que ha estado viviendo una inopia. Así que tanto en el fondo como en la forma nuestras decisiones dejan de carecer de importancia.
Un gran título, fresco y exigente con un público poco acostumbrado a la fórmula del paso sosegado que éste muestra. Ir despacio, meditar los actos e incluso pensar serán la clave del juego, aunque a veces se nos obligue “a tomar decisiones” en un breve periodo de tiempo, para dar así esa falsa sensación de jugabilidad. Pero recuerda, hagas lo que hagas al final poco importará, el final está prefijado – aunque en este título existan tantos como dieciocho(18).
Entonces, ¿qué hace grande Heavy Rain? Una de las grandes virtudes del juego es su capacidad de atrapar, de involucrar al usuario con la historia. Cuando un juego es capaz “obligar” al usuario a conocer un poco más sobre la trama es sinónimo de estar bien hecho. Por lo que la curva – en cuanto – a jugabilidad está bien integrada. Otra cosa muy distinta son la multitud de QTE – Quick Time Events – a los que recurre el juego.
Movimientos Rápidos y Eventos Fallidos…
Una fórmula ya conocida y popularizada por los juegos donde el maltrato a los botones es tal que nuestros dedos deberían ser denunciados por esa víctima llamada “pad”. Una de las grandes novedades que ofrece Heavy Rain a la manida fórmula de los QTE, es la precisión. Ya que en algunos momentos se requerirá tener más de 5 dedos en una sola mano, todo ello debido al haber errado la disposición de los dedos en la primera instancia.
A veces, por no decir amenudo, necesitaremos de un control preciso del pulso para que ese evento no se estropee, pero nada grave, a lo sumo podremos acabar con unos cuantos cortes faciales tras un errático afeitado. Pero existen momentos de tensión, no sé si reales, no sé si imbuidos por la trama pero lo suficientemente tensos como para no acertar ni una de las acciones que en pantalla se nos muestran.
¡Lástima! Ya no hay vuelta atrás, no existe un modo repetir secuencia, tal cual haces tal cual se queda. Y posiblemente ese punto le da a Heavy Rain ese toque de realidad. Un libro del tipo “escoge tu aventura” pero sin posibilidad de regreso a la página número 1 del mismo. Avanzar, decidir y realizar, una mecánica simple que exprime todas las virtudes de un título que sin complejos sabe hacia donde te quiere llevar. Ni antes ni después, ofreciendo en cada momento el nivel justo de jugabilidad necesario para que sigas creyendo que es el jugador quien está realizando cada acción.
¿Quién es quién?
Cuatro personajes principales que soportan el peso de la trama. Algunos más carismáticos que otros pero todos con un motivo para estar ahí. Un padre torturado por la pérdida de un segundo hijo, capaz de todo por conseguir recuperarlo. Un detective atormentado con la necesidad de encontrar motivos para creer en la humanidad y seguir con su investigación. Una periodista atormentada que debido a su insomnio se ve abocada a buscar el “cálido” refugio de un motel. Y por último, un detective del FBI adicto a una extraña sustancia de la que abusa mientras que su mente se consume detrás de un sistema de realidad virtual.
Algo que Tim Schafer ya comprobó en el gran Day of the Tentacle (LucasArts, 1993), la decisión de uno de los personajes tiene influencia directa en los otros. No es nuevo, aunque lo parece y todo es debido a que la trama es mucho más seria que la de evitar que un Tentáculo Lila mutado se haga con el poder de la Tierra. Pero la idea es la misma o similar, haciendo que todo jugador esté pendiente exactamente de que lo hace para ver un poco de claridad entre tanta oscuridad argumental.
Todos ellos tan reales como la vida, todos ellos con un peso muy específico en la trama y todos ellos mortales. Sí, mortales, ya que en la trama Heavy Rain nadie escapa a la guadaña de la Hermana Muerte. Nuestros personajes se verán en situaciones de peligro y puede que nosotros no seamos capaces de sobrevivir, por lo que éste morirá. Irremediablemente morirá y seguiremos la aventura con los restantes. Sun duda un golpe de ingenio que situa el título dentro de esa categoría llamada “lo deberías jugar”.
Singing in the Rain
La intensa lluvia, una lluvia que por momentos cala, que por instantes asfixia creando un halo irremediable de melancolía. Esencial para el devenir de la historia. Crucial en ciertos momentos y es que por mucho que gusten los días lluviosos, en el juego se llega a odiar. ¡Está puesta para ser odiada! Y por instantes se siente un irremediable deseo de cese.
La psicología que existe detrás del título es única, juega con aquellos sentimientos que nos unen a la mayoría de seres humanos. Nos pueden gustar los días lluviosos pero tal como dice el refrá popular: “Lo poco gusta y lo mucho llega a cansar”. Y justo eso pasa con Heavy Rain, que consigue trasmitir esa pesadez mental, ese desgaste psicológico que sufren los personajes. Y lo único que esperas es que todo acabe, da igual cómo, pero que acabe.
Ya no hay vuelta atrás
Aunque existe un gran “pero” – siempre lo hay – ya que tal como apuntábamos al inicio Heavy Rain miente, y lo hace muy bien. Por lo que tras jugar una segunda partida, conociendo ya aquellas acciones que “parecen” ser claves en la búsqueda de nuestro “Asesino” se cae en la cuenta que el título nos engaña, que esas decisiones ya están tomadas y que poco puedes incidir. Una desazón que avanza y que elimina toda posibilidad de rejugabilidad (al menos por lo que al efecto sorpresa se refiere).
¿Qué es Heavy Rain? Algo más, algo necesario, algo nuevo, algo que no se había creado y que no tendrá continuación. No es un videojuego pero tampoco una película. Lo cierto es que poco importa cual es la “etiqueta” que se le engancha puesto que tras jugarlo solo esperas a que alguien se ponga delante de la pantalla del televisor y que lo empiece de nuevo. Ya que disfrutarlo en modo espectador es quizás mejor aún que jugarlo…sin duda alguna (sobre todo si conoces el final)
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