El cineasta venezolano Luis Carlos Hueck tiene un problema: no sabe qué cortarle a su nueva película, Papita, maní, tostón 2, que hasta ahora tiene dos horas y media (pasadas) de duración. La ha visto en “una y mil ocasiones”, dice, y cada vez le gusta más. Solo que está consciente de que ahora debe darle trabajo a las tijeras.
Por esa razón ha decidido reunir hoy a un grupo de amigos y allegados –la mayoría relacionados con el mundo del cine- en una sala del circuito Cines Unidos- para mostrarles un primer corte y que lo ayuden a editar. Hueck escuchará las propuestas, al menos.
“Lo que planeo hacer es una prueba para saber si la película funciona o no”, apunta él. “La idea es escuchar la opinión de otros para saber qué necesito cortar o qué debo poner”, agrega el realizador, que califica el test de hoy como “la prueba de fuego”.
“A mí me gusta mucho como ha quedado. La he visto un millón de veces y me sigue dando risa, pero sí, hoy será la prueba de fuego, como dicen. Hoy voy a probar si se ríen tanto como yo lo he hecho”, explica Hueck, quien confiesa que son pocas, muy pocas, las personas que han tenido oportunidad de darle un vistazo a la segunda entrega del film que hoy ostenta el récord de “la más vista del cine venezolano”: Papita, mani, tostón, con 1.840 vistas espectadores.
Precisamente por esa razón, Hueck asume que le da un poco de “miedo” el estreno el 15 de diciembre, esto es, en menos de cuatro menos. “Claro que hay presión. Y más que eso: mucha expectativa. Yo sé que hay personas que están esperando por Papita, maní, tostón 2. Y creo que les va a gustar, porque es una película que les dará mucha alegría, sobre todo porque es más venezolana que la primera”.
“Emotiva”, es la palabra que usa Luis Carlos Hueck para definir su secuela, que cuenta con el reparto de la original: Jean Pierre Agostini y Juliet Pardau, los protagonistas -ella viajó de Bogotá a Caracas únicamente para no perderse el rodaje-, así como con Miguel Ángel Landa, Ana Terrero y Vicente Peña, quien también confirmó a última hora su presencia, entre muchos otros.
“Están todos allí”, se ufana Hueck, que luego comenta que los únicos que no pudieron repetir fueron el humorista Emilio Lovera y el cantante y actor Budú, cuyas agendas no pudieron coincidir con el rodaje de la cinta en diciembre de 2016.
“Rodar la película fue un esfuerzo muy duro. En primer lugar, porque es muy difícil conseguir financiamiento en estos tiempos. Nadie te quiere dar plata por el tema país. Al final tuve grandes patrocinantes, a los que les debo mucho, pero el rodaje coincidió, por ejemplo, con la polémica sobre el billete de cien bolívares, que un día salía de circulación y al día siguiente volvía a entrar. Gracias a Dios no nos tocaron las manifestaciones, porque terminamos de rodar en febrero y unas semanas después se agitó la calle”.