Para combatir la osteoporosis, la prevención es la clave
Es fácil hacer caso omiso de tus huesos cuando eres joven y te sientes fuerte. Pero considera esto: no va a ser útil esperar hasta los 50 años para comenzar a pensar en ellos. Eso es porque el riesgo de osteoporosis (literalmente, los huesos porosos) depende de la cantidad de masa ósea que se acumula entre la adolescencia y los 30 años y la rapidez con que se pierde más adelante. Ambos son factores sobre los que se tiene algún control.
Cuando somos jóvenes formamos hueso nuevo más rápido de lo que perdemos hueso viejo, logrando una densidad máxima alrededor de los 25 a 30 años, momento en el que empezamos a perder un poco más de lo que ganamos. La pérdida se acelera con rapidez después de la menopausia, cuando los niveles de estrógeno caen abruptamente (el estrógeno ayuda a fijar el hueso nuevo).
Hasta hace muy poco, los bisfosfonatos fueron considerados como el santo grial para la prevención y el tratamiento de la osteoporosis. Sin embargo, la creciente evidencia sugiere que tomarlos por más de cinco años, en realidad podría debilitar los huesos y causar fracturas espontáneas y un trastorno de la mandíbula rara pero muy grave (osteonecrosis), así como problemas digestivos.
Y los productos lácteos ya no se consideran la panacea que una vez fueron: estudio tras estudio muestra que no hay disminución en el riesgo de fractura con un mayor consumo. Los suplementos de calcio también están perdiendo su estatus como una cura para todo.
Como casi siempre, las claves para el éxito en cuestiones de salud son una dieta saludable y realizar ejercicio.