Revista Diario
“De no ser lo que soy, me gustaría haber nacido libre, sin credos ni ataduras ni doctrinas, que amordazan y ahogan y hacen irreversibles las heridas”. Extracto de la canción “De no ser lo que soy”,de José Luis Perales.
Cuando él nació, el primogénito de un hombre notable, observaron en su brazo una marca en forma de pájaro. Lo llamaron “Ala Grande”. Ella vino al mundo cinco años después en una fría noche de invierno; la tercera de las hijas de un cazador. La llamaron “Sombra en la Nieve”.
La marca del niño fue anunciada como señal de buenaventura y el sabio Lago Verde, el Hombre de Conocimiento, lo escogió como alumno y favorito. La llegada de la niña fue considerada como una adversidad pues la madre murió en parto sin haber concebido hijos varones, y su padre desapareció durante una cacería días antes del alumbramiento y de él no su supo nunca más en la tribu.
Ala Grande creció bajo las enseñanzas de Lago Verde y la protección y cuidado especial de la tribu. Todos comentaban que el destino del chico sería grande; lo que hacía era saludado y lo que decía siempre sonaba interesante. Sombra en la Nieve creció relegada, aprendiendo sólo labores de limpieza y cocina. Todos comentaban que estaba reservada a la mala suerte; lo que hacía era ignorado y lo que decía siempre sonaba a tontería.
Muchas primaveras después Lago Verde soñó que un ave brillante surgía de las profundidades un lago y se posaba en una montaña. Luego el ave introducía el pico en una carroña fétida y oscura y sacaba una piedra de oro. El Hombre de Conocimiento relató su sueño ante los miembros del Fuego de las Palabras; cuando estos le inquirieron sobre su significado, dijo:
-Sólo puedo afirmar que el sueño está ligado a mi nombre, pero las aves no viven en el agua. Tal vez algo cambie muy pronto. También sé que la montaña de mi sueño queda a media jornada de camino. Debo ir y saber qué hay allá.
Subiendo la montaña, el sabio resbaló, cayó por un abismo y murió en la caída. La tribu quedó sin guía espiritual y su desaparición trágica e imprevista, sin la transición ritual requerida, era de muy mal augurio. Cuando trajeron el cuerpo inerte, todos lloraron, pero nadie quiso ocuparse de los honores correspondientes por temor a que el espíritu del hombre, atormentado por la inesperada partida, acosase a quienes intentaran facilitar su camino hacia el Prado del Arcoíris.
Sombra en la Nieve fue encargada de los arreglos funerarios; la más indicada en una ocasión tan triste y funesta. La joven se esmeró en preparar los alimentos y el memorial, pero todos dijeron que tal como se esperaba de alguien tan incapaz, la comida supo horrible y que los preparativos habían sido indignos de Lago Verde. Una vez más las otras jóvenes se burlaron de ella y comentaron que además de inepta, era la más fea y desgarbada mujer que hubiesen visto alguna vez.
Después del luto, los miembros del Fuego de las Palabras se reunieron durante dos días y nombraron a Ala Grande como nuevo sabio de la tribu, a pesar de su juventud y soltería. Entonces cobró vida el rumor de que las palabras de Lago Verde se habían cumplido: un cambio había ocurrido y un ave nueva había surgido. Mas un anciano guerrero advirtió que el sueño no estaba consumado: ahora el ave debía sacar oro de la carroña. Los integrantes del Fuego de las Palabras volvieron a considerar el sueño y las palabras de Lago Verde y decidieron que para demostar que Ala Grande era en verdad merecedor de la distinción, debía transformar a alguien indigno en alguien valioso.
Pero nadie quiso ser identificado como indigno, así que se designó a Sombra en la Nieve para la prueba. Cuando se le informó de la decisión, Ala Grande recordó una frase de Lago Verde: “Todas las personas brillan, pero muchas veces no dejamos que ese brillo traspase la niebla que nos cubre los ojos”. El joven aceptó, pero agregó:
-La naturaleza toma su tiempo en hacer las cosas. Un tiempo similar pido yo para la prueba.
No hubo oposición, pero algunos se preguntaron si Ala Grande podría superar semejante reto; a juicio de la tribu, Sombra en la Nieve era un caso perdido. Incluso la madre del joven, que hasta ese momento había considerado el nombramiento como una bendición, pensaba ahora que todo era una doble venganza del espíritu martirizado de Lago Verde, que a causa del pobre funeral que Sombra en la Nieve había preparado, no había podido continuar su camino hacia el Prado del Arcoíris y permanecía entre la tribu, creyendo que Ala Grande le había usurpado su lugar.
La mañana siguiente, Ala Grande convocó a Sombra en la Nieve, quien entró totalmente avergonzada en la tienda. Entonces él le levantó el rostro, la miró a los ojos y dijo:
-Es tiempo de colocar al miedo en su sitio, que el oro no teme brillar. Juntos lo mostraremos. Desde hoy te llamarás Luz Dorada.
Ala Grande encargó entonces la construcción de una hermosa tienda cerca de la suya, pintada de resplandecientes colores amarillos y allí hizo instalar a Luz Dorada, quien en adelante se convirtió en su ayudante. De no haber considerado a Ala Grande tan sensato e inteligente, todos habrían tomado su resolución como síntoma inequívoco de locura; pero aunque pocos se atrevieron a señalarlo en un principio, el transcurrir del tiempo hizo evidente un progresivo y sorprendente cambio en la muchacha.
Tres primaveras después, Ala Grande anunció su deseo de casarse. El día de la boda, todas las otras jóvenes de la tribu observaban admiradas a la futura esposa del Hombre de Conocimiento de la tribu y trataban de imitar su pose, su mirada, su sonrisa, su resplandor y su elegancia. Luz Dorada era la novia más hermosa y radiante que hubiesen visto alguna vez.
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