Revista Opinión

Para convencer hay que seducir

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

PARA CONVENCER HAY QUE SEDUCIR

Antoine Watteau: La gama del amor

“La claridad es la cortesía del filósofo, y, además, esta disciplina nuestra pone su honor hoy más que nunca en estar abierta y porosa a todas las mentes (…) Pienso que el filósofo tiene que extremar para sí propio el rigor metódico cuando investiga y persigue sus verdades, pero que al emitirlas y enunciarlas debe huir del cínico uso con que algunos hombres de ciencia se complacen, como Hércules de feria, en ostentar ante el público los bíceps de su tecnicismo” (Ortega y Gasset[1]).

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“Nunca, jamás, ha venido nada creador, importante y nuevo a la Filosofía en un libro o discurso que tenga el estilo del Manual, Vademecum o de una lección soporífera dada a colegiales” (Ortega y Gasset[2]).

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“He aquí (…) para qué están ahí los intelectuales, qué es lo que han venido a hacer sobre la tierra: oponerse y seducir” (Ortega y Gasset[3]).



[1]Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía”, O. C. Tº 7, Madridd, Alianza, 1983, p. 280.

[2]Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 275, nota.

[3] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 272.


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