“El increíble hombre menguante” es un clásico de la ciencia-ficción de los 50, que adapta al cine la genial novela de Richard Matheson. la historia sigue los planteamientos de “La metamorfosis” de Kafka. La crueldad de un mundo en el que todo lo que nos resultaba en un principio familiar y amigable se vuelve terrorífico es común a la película de Arnold y al relato de Kafka. Pero, hacia el final de la película, Matheson termina concluyendo de un modo más apropiado para la sala de cine. La voz en off del protagonista nos habla de dos iluminaciones místicas. La primera le devuelve la condición humana, una condición que otorga la fuerza suficiente para sobreponerse a cualquier dificultad. La segunda visión conecta lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, otorgando significado y eternidad a la más minúscula existencia. Este es el monólogo final:
Seguí haciéndome más pequeño. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta llegar a lo infinitesimal? ¿Qué era yo? ¿Seguía siendo un ser humano o era el hombre del futuro? Si había otras nubes radioactivas flotando entre las nubes y los continentes me seguirían otros seres humanos a este mundo nuevo. ¡Qué próximos están lo infinitesimal y lo infinito!. Lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande se encuentran en un momento dado para cerrar un gigantesco círculo. Sentí como si pudiera abrazar el cielo. Infinitos mundos. El maravilloso tapiz tejido por Dios se extendía sobre mí en la noche y en ese momento conocí la respuesta al enigma del infinito. Hasta entonces había pensado dentro de la limitada dimensión humana. Que la existencia tiene un principio y un fin es un concepto humano, no divino. Sentí que mi cuerpo disminiuía, se disolvía, se convertía en la nada. Desapareció el miedo y se convirtió en aceptación. Toda la majestuosa grandeza de la creación tenía un significado. Yo tenía un significado. Yo el más pequeño entre los pequeños también tenía un significado. Para Dios el cero no existe. Yo sigo existiendo.Si quieres saber más sobre esta estupenda película lee mi artículo en Zinéfilaz.