Para el mundo y ponte a leer

Una de las materias en las que nos ponían hace décadas un PA (progresa adecuadamente) o un NM (necesita mejorar) era comprensión lectora. No tengo ni idea de si se sigue haciendo así en los colegios actuales, lo que sí sé es que llevo meses comentando con quienes me rodean que la gente no lee. No me refiero ya a novelas, poemas o artículo, hablo de los correos electrónicos que se les envían en el trabajo o de los recados dados por mensajería instantánea. Nos va a servir poco chatear con inteligencias artificiales si no entendemos lo que nos dicen. Cada vez se repite más esa situación en la que mandas un correo electrónico y te responden preguntándote lo mismo que ya tú indicabas en tu primera comunicación.

Si los adultos estamos así, las personas pequeñas no tienen por qué estar mejor. Este mes de mayo se ha publicado el estudio internacional Reading Literacy Study, que realiza, cada cinco años, la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo, una organización que se define como independiente y sin ánimo de lucro. España se sitúa en el puesto 21 junto a Nueva Zelanda, de 57 países participantes, y el estudio concluye que los alumnos españoles de 4º de Primaria (9 años) han empeorado su comprensión lectora en seis puntos respecto a 2016. También arroja el lamentable dato de que las bibliotecas escolares están, poco a poco, desapareciendo, lo que no redunda en una visión de futuro halagüeña.

Sobre los motivos, el estudio apunta, entre ellos, a la pandemia. No estoy yo autorizada a analizar, de forma sesuda y científica, la causa de esta bajada en comprensión lectora, pero sí intuyo que tiene mucho que ver con el estrés y los fogonazos de estímulos audiovisuales cortos y con escasísima fecha de caducidad, en los que se ha sumergido a las personas pequeñas, reflejo del propio sinvivir adulto.

Quizás por eso hay un gran porcentaje de libros de literatura infantil en los que se trata a lectoras y lectores como seres sin apenas raciocinio. He tenido siempre discusiones en el sector sobre este tema, porque considero que es bueno que una persona pequeña se vea obligada a preguntar qué significan algunas de las palabras que está leyendo en un libro dirigido a su edad. Pero esta es otra historia.

Y como estamos hablando de libros para edades de 0 a 99 años, voy a romper una de mis normas en este blog, la de no hacer autobombo, y me voy a permitir recomendarles dos libros, por si quieren parar el mundo un rato y compartir estas historias con las personas pequeñas de su entorno. El álbum ilustrado Plu, del educador infantil y gestor cultural Charlie Marrero, es una maravillosa historia que nos hace plantearnos qué preguntamos a los demás y cuántas etiquetas colocamos a golpe de primera mirada. La novela Un perro callejero, con ilustraciones de Verónica García Gómez, cuenta las aventuras de un cachorro grade que presencia un caso de acoso escolar y decide no irse a ladrar a otro lado.